El primer partido de la tarde había finalizado hace un rato cuando apareció por el paseo de cancha un exultante Nicolás Etcheto. Los aficionados se le acercaban y le felicitaban. Él respondía con una enorme sonrisa y con cuantas explicaciones fueran necesarias, a propios y extraños. Nicolás Etcheto había ganado su partido con la ayuda de Barandika y no ocultaba su felicidad. Continue reading