A finales del año 1958 se celebró una gala especial en el frontón Habana-Madrid de La Habana. En ese festival seis pelotaris fueron incluidos en El Templo de la Posteridad. Cuatro de ellos: Navarrete, Segundo Cázalis, Eguiluz y Guillermo, estaban presentes. Erdoza menor y José María Gutierrez, fallecidos. Continue reading
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On the road to… Markina con Bandini
Mi querido Bandini
La del sábado fue una jornada magnífica. Jamás me hubiera imaginado que hubiéramos ido juntos a la comida anual que celebramos los pelotaris en Markina.
Llamaste de víspera. “Oye”, estoy hospedado en el María Cristina”.
Fue una auténtica sorpresa. Me comentaste hace semanas que tenías intención de venir por Donostia para el festival de Cine Fantástico y de Terror. Que presentabais una peli: “El vampiro de la motosierra” o algo por el estilo, de la que eres guionista.
De ahí a recibir una llamada diciéndome que estabas en la ciudad, dista un abismo.
Aceptaste de inmediato la invitación par ir a Markina. Continue reading
¿Pelotaris boxeadores?
Varios pelotaris se hubieran podido dedicar al boxeo por sus características físicas. A bote pronto me vienen a la cabeza: Chucho Larrañaga, Gerrika, Chimela o Félix.
Pero que yo sepa sólo ha habido dos pelotaris que se plantearon la posibilidad de dejar la pelota y dedicarse al boxeo. Uno de ellos fue Guillermo Amuchástegui y el otro Katxín Uriarte. Continue reading
Castro y los suyos entran en La Habana: pelotaris en apuros
Ayer cuando acudí a la comisaría encontré a Garro de un humor excelente. Por orden judicial se había levantado la prohibición en Euskadi de no abrir la hostería. Por fin, después de un par de semanas, podríamos sentarnos en una terraza y tomarnos unas banderillas con sus correspondientes tragos.
Era media mañana, la víspera había llovido torrencialmente y lucía el sol, nos acercamos a la calle San Francisco y ver las terrazas ocupadas por gente te hacía sentir que la ciudad seguía viva. Continue reading
Magaña: trato con el FBI
A la mañana siguiente cuando acudí al despacho del inspector Garro estaba sumido en la confusión. La noche anterior, después de despedirnos, había recibido un soplo de un confidente que se negó a identificarse. Sólo dijo que era un vecino de la Zurriola que poseía información valiosa de su antigua amistad con Iñaki Pradera. Continue reading