Castro y los suyos entran en La Habana: pelotaris en apuros

Ayer cuando acudí a la comisaría encontré a Garro de un humor excelente. Por orden judicial se había levantado la prohibición en Euskadi de no abrir la hostería. Por fin, después de un par de semanas, podríamos sentarnos en una terraza y tomarnos unas banderillas con sus correspondientes tragos.
Era media mañana, la víspera había llovido torrencialmente y lucía el sol, nos acercamos a la calle San Francisco y ver las terrazas ocupadas por gente te hacía sentir que la ciudad seguía viva. Continue reading