Soplaba el viento del sur y la temperatura rozaba los veinte grados cuando llegamos a Gernika. Aparqué donde pude y tardé diez minutos en llegar al frontón. Faltaba media hora para que arrancara el partido final cuando accedí a las escaleras que dan acceso a las gradas.
El murmullo de la gente iba in crescendo conforme subía hasta convertirse en algarabía. Gente y más gente entorno a la barra del bar. Gente de pie mirando hacia la cancha o conversando. Caras conocidas, saludos y derechos a buscar un asiento donde poder seguir el partido. Imposible. Todas las butacas ocupadas. Decidimos colocarnos de pie junto al stand del espiker que con su voz atronadora iba calentado el ambiente como lo ha venido haciendo todo el campeonato. Continue reading