Un cinco de noviembre del año 1929 Angel Ibaceta llamó a Guillermo a la oficina. Cuando un intendente llamaba al pelotari a la oficina, mal asunto, no presagiaba nada bueno. Menos en el caso de Guillermo. El juego del de Ondarroa empeoraba con el paso del tiempo. Nada que ver con la gran figura contratada de la Habana para abrir el nuevo frontón junto a Ituarte y el resto del cuadro, lo mejorcito del jai alai de por aquel entonces. Continue reading