Hace tiempo que la cesta-punta profesional dejo de ser rentable. El negocio basado en la apuesta ha dejado de ser un modelo viable, un atractivo para posibles inversores, los empresarios. Continue reading
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Tapia II.
Egunkari batean irakurri berri dut Tapia II hil dela. Txoria habiatik hegan joaten den janariaren bila, hala joan zait gogoa memoriaren ganbarara, alpiste bila. Ume garaietara eraman nau, Tolosara, Beotibar pilotalekura, artean nire bigarren etxebizitza zena. Continue reading
Erdoza menor sí tiene quien le escriba
Ha llegado a mis manos una joya en formato de libro. No la encontrará en las grandes superficies ni obtendrá un puesto de honor en el ranking de ventas. Sin embargo, es un tesoro para los que amamos la historia del jai-alai o cesta-punta. Trata sobre Erdoza menor, según varios testigos de relumbrón, el indiscutible número uno, la máxima figura de una época de esplendor. Un pelotari que llegó a dar ventajas de escándalo y, como traca final, para engrandecer la leyenda, murió como mueren los héores, en el campo de batalla, en la cancha del Novedades de Barcelona a los 54 años. Continue reading
La Jaula de Cristal
Al sur de Florida, justo antes de continuar la carretera que lleva a los Cayos, hay un desvío cuyo destino es un pequeño pueblo de 12.000 habitantes llamado Florida City; es ahí donde va resonar la pelota en un nuevo frontón para la práctica del jai-alai (?) profesional. No es un frontón cualquiera, más bien uno bien distinto. Las paredes no son de cemento, el frontis no es de mármol ni de piedra caliza. Las paredes son de vidrio, traídas de Barcelona. Con ellas han construido una jaula de cristal, una cancha de 33 metros con una capacidad para 150 espectadores. La empresa encargada de suministrar el frontón, llave en mano, es JaiAlaiCourts, con los marquineses Iñigo Calzacorta y Gonzalo Vivanco responsables de la misma. Continue reading
Recuerdos del Beotibar
Ingresar en la escuela de cesta-punta del Beotibar de Tolosa era casi como ingresar en una academia militar, en una universidad o en un seminario. Allí comenzaba una carrera que nunca sabías lo que iba a durar o lo que el destino te iba a deparar. Tal vez, debutar en Madrid y un par de años, mili incluida y a casa; unos cuantos años por Canarias, Zaragoza o Filipinas; o bien, varias décadas en Florida. Aquello era el comienzo de una singladura que de buenas a primeras empezabas firmando un contrato de dos años para debutar en Madrid o en Zaragoza (cómo cambian los tiempos, nada más empezar un trabajo de dos años asegurado). El objetivo perseguido seguía siendo el mismo: aprender el oficio y vivir de la pelota. Continue reading