¿Chimela?

Estimado Bandini, el cielo se ve gris y sopla el viento del sur con fuerza inusitada, a veces con tanta que las ráfagas de aire que penetran por la ventana agitan las hojas de las revistas de las estanterías de la biblioteca municipal, lugar del que te escribo. Igual es que al virus le ha dado por atacar a la cultura, o peor aún, que Trump anda tan desbocado que su ira ha llegado hasta este rincón del planeta. Continue reading

Irastorza jugó horrores

Mi querido Bandini, ya me perdonarás que no haya dado señales de vida en varias semanas. No, no te preocupes my friend, todo marcha bien, de momento no coronavirus ni gripes ni dolores de ciática, de salud, en general, so far so good, estupendamente. El mayor cambio, eso sí, que me he jubilado. El trabajo remunerado que comenzó en Zaragoza a los 14 años, tras dos décadas como “artista” del mimbre y después de pasar por dos gremios más, aquí me tienes, Bandini, libre de la tiranía del reloj que marca las horas. Sin excusas para contarte mis andanzas, a la espera de viajar a Los Angeles y hacerte una visita. Continue reading

Jean Pierre Abeberry

Hubo un tiempo que entrar en un frontón era encontrarse con una persona determinada,  familiar, parte del paisaje y sin ellos era como si faltase algo. Me ocurría de chaval cuando entraba al frontón Beotibar de Tolosa y me daba de bruces con Luxiano, el canchero; con Rafael Elizondo, el maestro. Años más tarde, en ese mismo frontón, entrar y ver la figura de Elola, todo era uno. Seguro que pasaba lo mismo en Markina en Mutriku, o en Gernika. Continue reading

Manila: Pelotaris en el infierno (1)

Una historia escrita en el infierno (Primera entrega)

Esta es la historia contada por el pelotari cubano Antonio Andrés al periodista Eladio Secades  tras regresar de las islas Filipinas el año 1945. Andrés sobrevivió junto a su esposa Josefina Cornejo a la guerra y a lo que la historia ha calificado como “La Batalla de Manila”, donde tras la ocupación de la islas Filipinas por los japoneses durante cuatro años, y tras batirse en retirada ante la llegada de las fuerzas americanas, los soldados japoneses mataron alrededor de 100.000 personas. 257 ciudadanos de España murieron a manos de los nipones o durante los intensos bombardeos de los estadounidenses.  Continue reading

Mugartegi y Ayestaran: Muerte en Manila (3)

 

 Lo que hasta entonces se había visto y se había sufrido en Manila, era sólo una idea inexpresiva de lo que iba a suceder cuando los japoneses sintieron herido el orgullo de su raza por la inminencia de la catástrofe. Los procedimientos y las represalias que llegara a alcanzar extensiones insólitas en el campo de la crueldad ensenada, tornáronse más brutales aún. Sólo viviendo aquellos tormentos creados por los genios de la destrucción, puede creerse que las escenas puedan haberse producido en un siglo pomposamente llamado de civilización y de progreso. Al verse vencidos, al comprender que los norteamericanos regresaban a Manila con un poderío de aire, mar y tierra que parecía una cosa de milagrería y de leyenda, los malditos nipones se dieron a la expansión espiritual de incendiar y de dinamitar manzanas enteras. Quemaban las casas y armados de ametralladoras y bombas del mano, impedían que los indefensos moradores de las viviendas destruidas por las llamas pudieron escapar a la calle. Así se veían achicharradas a mujeres, niños y hombres. Familias enteras perecían apretadas unos contra otros. Los que tenían la audacia de intentar escapar, apenas ganaban la calle era despedazados a sablazos. Los días peores de Manila fueron los comprendidos entre el 3 de febrero y de este año (1945) y el 17 del mismo mes, que empezaron a entrar en la capital las avanzadas del ejército americano. Zonas enteras de frágiles viviendas de madera eran rociadas con gasolina e iban desapareciendo en hogueras gigantescas. Desde distancias considerables podían escucharse los gritos, ahogados a intermitencias dramáticas, por el zumbido de los aviones de bombardeo y por las explosiones, cuyo eco físico estremecía los edificios y arrancaba de cuajo puertas, lámparas y ventanas.  Continue reading