Observando la historia del jai-alai desde sus inicios hasta nuestros días encuentro casos curiosos que me llaman poderosamente la atención. Una de ellas es la proliferación de pelotaris en determinadas comarcas como pudo ser en su día la zona de Oarsoaldea (Oiartzun, Errenteria); o bien la comarca de Villabona. Casos curiosos como el de Mutriku donde se pueden contabilizar, a grosso modo, 120 puntistas profesionales. Ondarroa, otros tantos. Ni qué decir la comarca de Markina de donde han salido cientos de profesionales del jai-alai. ¿Cuál es la explicación a este fenomeno sociologico que se ha dado en ciertas zonas?
Una aldea en su día como Mutriku que hayan surgido pelotaris en cada casa. Ondarroa sin un frontón largo, con pelotaris ocupando las carteleras de los más prestigiosos carteles en distintas épocas. Acaso se puede establecer un paralelismo con los pastores que emigraron de Aulesti (Bizkaia) y del Baztán navarro a «Las Américas». ¿Por qué se han dado esos fenómenos migratorios en determinados focos? La idiosincrasia propia de cada comarca, tal vez. ¿Vínculos familiares y locales entorno a una salida laboral al margen de la predeterminada, bien sea el caserío, la mar o la fábrica? Recuerdo una conversación con Chino Bengoa (…) «en Markina tenías dos opciones, o irte a trabajar a la «Esperanza» (fábrica) o dedicarte a la pelota, yo escogí la cesta-punta».
Otro fenómeno curioso que se ha dado en eso núcleos geográficos concretos, viveros de puntistas, son las sagas, los miembros de una propia familia que se han dedicado al jai-alai. No hay mejor ejemplo, creo yo, que describirlo con un caso práctico, real. Nos lo cuenta Jose Mari Goitia, ex puntista profesional con el que jugué varias temporadas en Tampa y Ocala, autor de un libro sobre jai-alai titulado: «The Other Side Of The Screen».
«Abixu» es un caserío (en la actualidad en ruinas) de Markina vinculado directa e indirectamente a numerosos pelotaris de cesta-punta. El patriarca de la familia: José «Abixu» Mugerza (mi abuelo) tuvo seis hijas y dos hijos. «Abisu» era un molino con unas huertas adyacentes de las que vivía la familia. Los dos hijos, José Mari y Fermin, se dedicaron al jai-alai, llegando a ser grandes estrellas de la modalidad, tanto en los frontones españoles como en Méjico, La Habana, Cuba y Miami.
Por otro lado, una de las hijas, Juanita, se había casado con un pelotari de Markina: José Luis Ugartetxea, gran figura en su tiempo. José Luis era primo carnal por parte de su madre, apellido Ugarteburu, de Erdoza menor.
Ugartetxea tuvo dos hijos pelotaris, Luis, quien jugó en el frontón de Méjico, Acapulco, Tampa y Palm Beach. Julen, el otro hijo, lo hizo en Cuba, Méjico, Acapulco y Dania (en este frontón con el nombre de «Ughy»).
Jose Mari Mugerza tuvo un hijo, José Manuel, pelotari en Méjico, Zaragoza, Miami, Barcelona y Bridgeport.
Fermín Mugerza tuvo un hijo, José Ignacio, que jugó por poco tiempo como profesional.
Otra de las hijas de José «Abixu», mi abuelo, Julita, mi madre. De esta «rama» salimos mi hermano Victor y yo. Victor jugó en Mallorca, Miami y Méjico entre otros lugares. Yo jugué en Zaragoza (con el nombre de Mugerza), Durango, Markina, Bilbao, Barcelona, Mallorca y en los frontones americanos de Dania, Palm Beach, Tampa, Ocala, Fort Pierce y Hartford.
Mi hermana Belén está casada con José Antonio Eizagirre, hermano de José Ramón Eizagirre, el célebre ex puntista de Berriatua conocido como «Fraipa».
En el vecindario de Abesua, donde se ubica el caserío «Abixu», vivía la hermana de mi abuelo, María Mugerza, a la que llamábamos «abuela María». El hijo de María, José Mari Uría también fue pelotari que jugó en entre otros lugares en Méjico, donde falleció. La abuela María crió a sus cuatro nietos, tres chicas y un chico, tras quedar estos huerfanos. El chaval, Elías Bascaran, anduvo por diversos frontones hasta establecerse en Méjico donde falleció relativamente joven. Una de sus hermanas, Nati, se casó con un ex pelotari de Markina: Leon Onaindia, de cuto matrimonio nació Juan Onaindia, pelotari, jugó con el nombre de Bascaran en Orlando.
Mi padre, Victor Goitia, era de Gernika y su hermana María estaba casada con Luis Zabarte, pelotari por algún tiempo. Tuvieron un hijo, Javier, también pelotari profesional… Mi tío, Luis Zabarte, a quien llamaban «Macala» era el hermano de «Macala II», pelotari y futbolista profesional en el «Español», Real Madrid y otros equipos de primera y segunda división. Yo tuve el gusto de conocerle personalmente muchos años después, cuando estuve jugando en el Principal Palacio de Barcelona. El padre de este «Macala II» fue, ni más ni menos, el celebérrimo «Macala», el delantero más famoso en la primera década del Jai-Alai de La Habana.
(A su forma de jugar, impetuoso, a gritos, cubriendo toda la cancha, Macala, autor de la anécdota en la que tras ir ganando de calle, igualan el partido sus rivales a 29 para 30. El público enardecido estalla en un ¡¡»aire Macala, aire»..!! ni corto ni perezoso Macala se dispone a restar el saque en el cuadro… ¡tres! Le echa el cazo al cuero volador que viene a una velocidad endiablada y encesta la pelota pero ésta le atraviesa el capazo… El gran escándalo… A partir de esa noche al caserón de la calle Concordia se le concocería como «El palacio de los gritos», la culpa, Macala, un miembro de la tela de araña puntista a la que pertenece nuestro amigo Jose Mari Goitia).