Eran los ocho de la mañana, aproximadamente, del mes de noviembre de 1937 cuando el buque Conte Biancamano soltó amarras en el muelle de Shanghai y se adentró en el delta del río Yantzé socorrido por cuatro remolcadores. Una vez en aguas del mar de China Oriental puso la proa rumbo al océano. Una escuadrón de cazas japoneses escoltaría al barco hasta su destino. La familia Argoitia, matrimonio y dos hijos, iba a bordo del trasatlántico italiano.
José Andrés Argoitia (Markina, n. 1901) había llegado con su esposa, Pantxike Alberdi Alberdi, tres años antes a Shanghai. Durante la estancia nacieron sus dos hijos, un chico y una chica, Joserramón y Lourdes. Vivieron plácidamente en la entonces conocida como la “París de Asia” (Shanghai). Ganaban bien y la vida era barata, cada pelotari contaba con tres o cuatro empleados, varias nodrizas nativas cuidaban de los hijos del matrimonio Argoitia.
La situación cambió radicalmente cuando Japón envío varias divisiones, unos 100.000 soldados, para invadir China. Las Concesiones extranjeras, a pesar de tener un status especial —en ellas se aplicaba la jurisdicción legal de sus países de procedencia— tampoco quedaron al margen de la guerra.
La familia Argoitia tuvo que huir precipitadamente por la invasión japonesa, dejándolo todo, apenas alguna maleta que otra para el viaje.
Abordo del buque Conte Biancamano atravesaron el canal de Suez y atracaron en el puerto de Marsella 48 días después.
El trasatlántico de bandera italiana, que surcó las mares desde 1925 hasta 1960, se hizo célebre años después debido a que el cuerpo embalsamado de Evita Perón fue sacado clandestinamente del país (Argentina) en sus bodegas. En esa misma travesía guardaba muchas de las partituras de Arturo Toscanini para repatriarlas, a poco de su muerte, a su Italia natal. Ese mismo barco, el Conte Bianacamano, serviría años más tarde, para transportar la mayor parte de los criminales de guerra nazis después de la Segunda Guerra Mundial. “La ruta de las ratas”, partían de Génova rumbo a la Argentina, en viajes organizados por la organización “Odessa”. En ese mismo barco donde regresó la familia Argoitia de China, había hecho su último viaje, tres años antes, el poeta Federico Garcia Lorca, de Buenos Aires a Cádiz. En agosto de 1936 los fascistas de Franco fusilaron al autor de “Poeta en Nuva York”.
Los Argoitia una vez en Marsella, cruzaron toda Francia en un tren que les llevó hasta Hendaia. Cuando José Andrés y Pantxike llegan a Markina, se encuentran con que tienen que nacionalizar a sus dos hijos que habían nacido en Shanghai, les vale la fe de bautismo de unos frailes que bautizaron a los hijos en la ciudad oriental.
La vida de Argoitia fue una vida errante de principio a fin, hasta que finalmente, tras su carrera de pelotari e intendente, se asentó en su pueblo, Markina.
Como la mayoría de los aprendices de pelotari de aquellos tiempos, aprende a jugar sólo, sin maestros. Debuta de delantero con 18 años, 1919, en el Sferisterio de Florencia. Un frontón al “estilo italiano”, de espacio reducido, con tribunas de madera. En esta misma cancha se disputaban partidos de “tamburello”, una modalidad de pelota italiana; a cesta-punta las funciones eran de noche.
Yo, en mi estancia en Milán, año 1971, recuerdo que unos amigos italianos nos invitaron a Javier Otxandiano (Bilbao), Yarza (Beasain) y a mi para ir a Asti (comarca de Italia famosa por sus vinos espumosos) para jugar a esa modalidad de pelota.
Los sueldos en Florencia eran muy modestos, ganaban 1.500 liras al mes y ya sólo de patrona pagaban 1.000 liras.. Argoitia, al igual que Daniel Guridi, pasó por los frontones de Turín y Milán, donde ganaban algo más. “Italia estaba sumida en la miseria”, recordaría Guridi en el ocaso de su vida.
J.A. Argoitia regresó de Italia el año 1921 para jugar en el Euskalduna de Bilbao, una cancha de 66 metros de largo. Le pagaban cuatro duros por partido y, de nuevo problemas para sobrevivir, la patrona les cobraba 40 duros mensuales.
El año 1922, en plena guerra de Africa, le llaman a filas para cumplir el servicio militar. Se libra de la “mili” mediante el pago de dos mil pesetas, una cifra exorbitante.
De Bilbo al enigmático Egipto donde jugó, en El Cairo concretamente. De esa época, año 1926, queda constancia gráfica una foto en la que se ve a Jose Andrés Argoitia con, presumiblemente, otros pelotaris, acompañados por tres aviadores legendarios que tomaron parte en el raid Madrid-Manila. Tres oficiales del ejército español: Eduardo Gonzalez Gallarza, Joaquin Lóriga y Rafael Martinez Estevez, protagonizaron una de las acciones más fascinantes y brillantes de la aviación española. A bordo de la denominada “Patrulla Elcano” compuesta por tres aviones y apoyados por sus mecánicos cubrieron los 18.000 kilómetros que separan Madrid de Manila. Una auténtica odisea, tan sólo uno de los aparatos logró su objetivo. La primera de las escalas fue en El Cairo. Vista la foto se deduce que los pelotaris y empresa agasajaron a los aviadores antes de proseguir su vuelo hacia Karachi.
(El primero por la izquierda, segunda fila, es Argoitia)
Si bien las hazañas de los aviadores fueron un hito en la aviación, las escalas de Argoitia a lo largo de su vida, no lo serían menos. Inaugura el frontón Novedades de Barcelona, poco antes había jugado en el Principal Palacio y Palma de Mallorca, el año 1929 se había casado con Pantxika Alberdi. Marcha a Méjico ganando 800 dólares de oro al mes, cuando el dólar se cotizaba a ocho pesetas. Si todo esto resulta poco, le llaman para inaugurar el frontón Jai-Alai de Zaragoza en el año 1932, al año siguiente juega en La Habana, en el “Palacio de los Gritos”.
En Cuba, un crítico de boxeo, béisbol y pelota, llamado “Arnedillito” escribía lo siguiente de Argoitia:
“El debut de este delantero ha sido un acontecimiento, los aficionados vivieron la dicha de ver en brillante acción a un artista del cacharro. Artista de cuerpo entero, lo más notable de Argoitia es el temperamento, la frialdad magnífica con que entra a la pelota. Y es, sin embargo, un atleta de sangre, de movilidad, de coraje. El público cuando salió no le ovacionó, pero a despedirlo lo hizo con una salva de aplausos, que Argoitia nunca olvidará. La mayor, la más elocuente, la más increíble demostración de emoción y simpatía la recibió cuando le echaron dinero a la cancha. ¿Quién iba a decirlo? En Cuba estas pruebas de admiración (…) Jugaron Celaya y Areitio contra Argoitia y Arriola, estos dos últimos se llevaron el partido de calle”.
En La Habana participó en el homenaje a Emilio Eguiluz “El ciudadano”, nacido en La Habana, una lesión de rodilla le obligó a retirarse. Después, Eguiluz, fue intendente del viejo caserón situado entre Concordia y Lucena, durante 23 años.
Después de la aventura por tierras de Asia, Argoitia regresó a la actividad en diferentes frontones estatales.
Argoitia jugó sus dos últimos partidos en el frontón Aragonés de Zaragoza y en el Novedades de Barcelona, año 1941. Con cuarenta años se retira de las canchas, pero no de los frontones.
Logra el cargo de intendente en el Casino de la Coruña con un cuadro de pelotaris compuesto por: J.M. Ituarte, Koldo Anakabe, J. Larrea, Felipe Rodriguez (Duralde), Echevarria II, los hermanos Mayo, J.A. Aretxabaleta y V. Arrieta.
Foto: año 1946, frontón Casino A Coruña, el intendente con traje, Argoitia (libro Cesta Punta de Miguel Angel Bilbao)
También pasó como intendente por las islas Canarias durante tres años y su último destino fue e frontón Balear de Palma de Mallorca, donde residió con su familia hasta el año 1953.
Foto: año 1952, frontón Balear-Palma de Mallorca, Argoitia junto al cura (del libro Cesta Punta de Miguel Angel Bilbao)
Regresó a Markina y continuó vinculado a la cesta-punta. Esta vez como maestro. Más de 300 pelotaris recibieron sus enseñanzas.
José Andrés Argoitia falleció el 20 de Septiembre de 1980 en Markina.
FUENTES:
Miguel Angel Bilbao
Blog de César Estornes de Historia y Deportes
Instituto Cervantes
Lacorrientedelgolfo.wordpress.com
Maritimatters.com
Daniel Guridi