Imaginemos un alto mandatario, un Gobernador General de una colonia, Comandante en jefe del ejército de un país, candidato a la presidencia de la nación en primarias por el Partido Republicano, uno de las figuras ilustres que ha dado un país como los Estados Unidos de América. Imaginemos un personaje de este calibre convencido de que el jai-alai se convertiría con el tiempo en deporte de masas dentro de los EE.UU. Imaginemos al general dirigiéndose a tres de sus subordinados: “Mañana a las cinco de la mañana en el Jai Alai”… El teniente Hanna, en posición de firmes: “A sus órdenes mi general”.
Todo eso ocurrió en La Habana (Cuba) en el período que abarcan los años 1898-1902. Su nombre: Leonard Wood.
Hay un hecho más que vincula al general Wood con el jai-alai, en concreto con el Jai Alai de La Habana. Dada su autoridad, máximo mandatario en Cuba de los años 1898 a 1902, facilitó que un grupo de emprendedores de origen vasco construyera el que más tarde se convertiría en el “Palacio de los Gritos.
Tras la guerra hispano-americana en el año 1898 España se vió forzada a desvincularse de Cuba, hasta entonces colonia suya. EE. UU. asumió la tutela de la isla, el general Leonard Wood como Gobernador General. Rememorando ese tiempo podemos leer en la web “semillaseneltiempo.com” lo siguiente:
(…) “Tanto Luis Mazzantini (figura del toreo nacido en Elgoibar, más tarde convertido en empresario taurino) como su hermano Tomás auspiciaron a partir de abril de 1898 la construcción de un gran frontón en La Habana. También participaron en la empresa Rufino Osorio, Basilio Sarasqueta, Nazábal, Uribarri, Méndez y Lezama. Manuel Otaduy (nacido en Portugalete, Bizkaia) fue nombrado presidente de la sociedad… Liborio Eguiluz, padre del que sería el mejor puntista cubano de todos los tiempos, Emilio Eguiluz, fue comisionado para la construcción del edificio”.
Seguimos leyendo… El formidable frontón Jai Alai se construyó entre las calles Lucena, Concordia, Virtudes y Marqués González. La prensa secundó la inauguración convocando a la muy culta aristocracia habanera y, como gancho para los hombres, a “las finísimas, bellas y arrogantes damas que la constituyen a acudir presurosas a alistarse a los devotos del sport vasco”. Hubo dificultades legales, pero el Gobernador Militar norteamericano Leonard Wood apoyó decisivamente el juego vasco jai alai con apuestas incluidas.
El 3 de marzo de 1901 se estrenó el frontón en solemne ceremonia con presencia de las primeras autoridades municipales y de gobernación cubanas y de las autoridades militares norteamericanas, así como del cónsul de España. En una atmósfera de concordia, el obispo (Donato Sbarreti) bendijo las instalaciones y tanto Diego Tamayo, secretario de Estado y gobernación, como Leonard Wood elogiaron a la colonia eúscara. Por último, Pablo Mendieta, hijo de vizcaíno, prometió que “muy pronto se formaría un partido de pelotaris con jóvenes cubanos de padres vascos”.
La temporada comenzó 7 días después, sonó el himno de los Fueros Vascos y el intendente Rufino Osorio lanzó una medalla de oro al aire para sortear el saque. En la primera nómina de pelotaris figuraban Lizundia, Urresti, Alí menor, Escoriaza, Pasieguito, Navarrete y otros..(…)
Ese mismo año, 1901, el diario Los Angeles Herald, en su edición del 6 de octubre, hacía eco de la presencia y vinculación del general Wood con el jai-alai. Lo traduzco del inglés lo mejor que puedo.
El reportaje se titula:
Pelota, Juego Vernáculo Español, Que se Llegará a Jugar en este País
La pelota es un deporte con futuro. Como su nombre señala será un un juego traído de fuera, como lo fue el golf. Como ocurrió con el golf se convertirá en este País en un deporte popular sin límites. Es científico, impresionante, sorprendente. Pone a trabajar todos los músculos del cuerpo y como no ocurre en el golf con un palo en las manos, el impetuoso atleta encontrará la forma de dar rienda suelta a su energía, como en ningún otro deporte a excepción del fútbol (americano).
La pelota es un deporte español. Se ha jugado durante siglos en las colonias españolas. Los oficiales del ejército que vienen de Cuba lo traen y lo van a introducir aquí. Están enamorados con este deporte. Estos oficiales sostienen que será cuestión de tiempo para que este se convierta en un deporte adaptado en los EE. UU.
La pasión que provoca entre los asistentes hará que se convierta en un deporte popular. El juego de pelota puede atraer tanta gente a las gradas como el béisbol y el fútbol. El General Wood está convencido de que la pelota será el deporte favorito entre los norteamericanos con excepción del fútbol.
(Leonard Wood, además de militar, era médico de formación. Estudió en la universidad Georgia Tech, jugó a fútbol en el equipo de la universidad, más tarde fue también entrenador en el mismo)
Tiene otra característica este deporte. Si se gestiona como en las colonias españolas; es decir, con la opción de apostar, contribuye a que aumente el interés. El Gobernador de Cuba, el general Wood se siente ilusionado con la esperanza de que la pelota cuaje en en los EE. UU.
Comentaba hace bien poco al respecto: Entre los deportes que yo he visto, es el más vivo, además de ser científicamente hermoso. Desde el principio hasta el final te atrae y cautiva como ningún otro deporte salvo el fútbol universitario.
He sido toda mi vida un gran aficionado a los deportes, también practicante hasta hace dos años. Debido a mi trabajo de oficina en Cuba, cogí mucho peso, hasta alcanzar 230 libras. Para practicar deporte al aire libre empecé a jugar a pelota. Enseguida perdí 30 libras. Estoy plenamente convencido de que la pelota en EE. UU. va a convertirse en un fenómeno de masas cuando se conozca.
(Continúa el artículo) Gracias al general Wood la pelota en Cuba se ha hecho conocida entre la clase alta. Se ha ganado el corazón de los cubanos al interesarse por el antiguo deporte vasco. Se convirtió en hábito al practicarlo a la frescura de la mañana, de cinco a seis. Él decía que le hacía bin para poder encarar la carga de trabajo diario.
Oficiales de su departamento como el teniente Hanna, McCoy y Dunne le acompañaban durante el entrenamiento; enseguida se convirtió en el pasatiempos favorito de los oficiales. El que más destacaba era el teniente Hanna. Él mantenía que desde el primer momento te dabas cuenta cómo trabajaban todos los músculos del cuerpo. Se hizo fanático del deporte al comprobar lo apropiado que era para trabajar el cuerpo.
(Se puede comprobar en la foto al general Wood con sus ayudantes y también a “Pasieguito” y a Urreisti, quienes aleccionaban y acompañaban en los ensayos)
Dos veces por semana, miércoles y domingos, la clase alta de la isla acudía al frontón, el general Wood y el obispo Sbarreti no faltaban.
Tiene otro aliciente este deporte para el público americano: la posibilidad de la apuesta. Había una mesa colocada para las apuestas. Todo tipo de clase y condición se veía en las cabinas haciendo sus apuestas, apostando a sus jugadores favoritos. Se vendían boletos y el sistema de juego es similar al que conocemos en los canódromos e hipódromos.
Se apuesta a las parejas o al pelotari. Los pelotaris famosos son tan conocidos como los grandes campeones de este País.
Las mujeres apuestan con toda naturalidad.
Los asistentes se dan cuenta enseguida en qué clase de condición física se encuentran y es entonces cuando hacen sus apuestas.
La cancha es rectangular y mide 200 pies (61 metros) de largo y 30 (9,14 metros) de ancho.
(…)
La habilidad de los pelotaris con la cesta es extraordinaria. Cuatro son los jugadores que toman parte, dos en cada bando. Hay un juego complementario en el que toman parte seis pelotaris (quiniela). El uniforme es de pantalones blancos, camiseta y zapatillas de tela. Los jugadores se colocan cerca del frontis; el sacador o «boutier» , a 25 pies.
(…)
A cuantos tantos se va a jugar lo deciden los jugadores, normalmente es a 40 tantos. El juego es tan espectacular que se necesitan de tres a cinco jueces. A menudo los jueces piden la opinión del público.