La idea puede que fuera del PR (public relations) del frontón Hartford Jai-Alai. La de juntar a cuatro de las estrellas del cuadro, cuatro delanteros –Mendi, Zulaika, Katxín y Remen– y hacerles posar en lo más alto de un edificio del centro de Hartford. Los cuatro visten la misma camiseta, color rojo, el color del uno en las quinielas. ¿Existe tal vez algún mensaje en el hecho de que los cuatro lleven la misma camiseta? Era la camiseta que no usaban habitualmente o puede que la intencionalidad fuera por otro derrotero: los cuatro eran unos números uno.
Dudo que haya muchas fotos tan representativas de los años setenta y ochenta como ésta. Los cuatro se juntaron primero en Miami y después en Hartford. Miembros de una generación extraordinaria, en cantidad y calidad. Si uno repasa un programa de esos años, bien de Miami o de Hartford, es para frotarse los ojos. Se agolpen las imágenes y demos rienda suelta a los recuerdos.
El profano en la materia pensará que estos cuatro eran las grandes estrellas; se equivoca de lleno. No en cuanto que eran estrellas, sino en que había un puñado más que perfectamente podían encajar en esa terraza. Hubiera hecho falta gran parte de la azotea de ese edificio para albergar la foto del grupo, del resto de primeras espadas. No voy a señalar más nombres so pena de dejar arrinconado alguno. Sería una desconsideración después de pelearse entre ellos, de manera brutal; para quedar al margen.
Los cuatro son representativos de una generación que exigiría una tesis doctoral para analizar y hacer justicia la cantidad y calidad que produjo el jai-alai en esos años. No se trata de hacer comparativas con otras épocas pasadas o actuales. Se trata de hacer justicia. De recuperarlos y valorarlos desde la perspectiva actual. Lo afortunados que fueron los aficionados al jai-alai tanto de Miami como de Hartford. Incluso los pelotaris, la suerte que tuvimos de verles jugar entre ellos.
Eran jóvenes con mucho talento y ambiciosos; qué remedio. El programa lo hacía el intendente, «a mano». Primero con Pedro Mir, de quien dicen era un artista confeccionando las quinielas. Daba y quitaba en función del rendimiento del pelotari. La subida de sueldo, el bono a final de temporada, se ganaba y se dejaba de ganar en función del juego sacado esa temporada. Un sistema tremendamente competitivo. En los cuadros de Miami y de Hartford se dio una mezcla explosiva cuyo resultado ha sido lo mejor que ha dado el jai-alai como cuadros en la modalidad de quinielas. Conforme pasa el tiempo, lo extraordinario de ese tiempo va ganando enteros.
Me encantaría asistir a una reunión de zagueros de esos años, los que cubrieron las espaldas de estos cuatro y otros tantos. Para que analizaran las características de los que fueron sus delanteros. Porque quién conoce mejor a los delanteros que los propios zagueros.