Frontones Varados

Estos días se cumplen 40 años que se inauguró el frontón Carmelo Balda de Donostia. Así nos lo hace recordar en una red social el periodista de Euskadi Irratia, Iñaki Elorza. Cuatro décadas de andadura desigual. Puntistas, palistas, incluso remontistas. Partidos de empresa, quinielas, campeonatos de Euskadi, del Mundo. El «Balda» ha acogido distintas experiencias con resultados diferentes. Una de las mejores canchas para la práctica de la cesta-punta, a día de hoy, conserva su grandeza, pero, hay que decirlo, se encuentra infrautlizado.

Desde una perspectiva actual resulta asombroso entender cómo hace 40 años se construyeron semejantes palacios para la práctica de la pelota en sus modalidades de herramienta. La misma reflexión la podemos hacer en el caso del Gernika Jai-Alai, construido hace poco más de 50 años. Hoy en día nadie se plantea –salvo en Bilbao– construir un edificio de esa naturaleza. No hay dinero –salvo en Bilbao– y tampoco hay motivos que inciten a abordar un proyecto de tal naturaleza.

Hay excepciones, como en el caso de Zumaia, donde se está construyendo un frontón con cancha larga. Un proyecto modesto comparándolo con el Balda y con el Gernika Jai-Alai. Además de que Zumaia no tiene frontón cubierto tras la desaparición del Odieta. Si a eso le añadimos la singularidad de que Zumaia ha sido vivero de puntistas las últimas décadas. Pues ya existe un por qué de la construcción de ese nuevo frontón en la villa costera. El «para qué», esa ya es otra discusión.

El que frontones como el Balda o el de Gernika se construyeran me hace pensar lo que ha cambiado la sociedad en estos 40 año. La radical situación de la herramienta sobre todo en el campo profesional, menos en el aficionado. La respuesta del público, todavía, importante en la década de los setenta. Otro factor a la hora de promover la construcción del Balda es que Gipuzkoa no contaba con una cancha larga, un frontón público, tras la desaparición del Urumea (Galarreta existía pero este frontón era, y sigue siendo, privado).

Otra cuestión que ayudó a que tanto Gernika Jai-Alai como el «Balda» se construyeran fue debido a la dictadura entonces reinante en el estado español. Las autoridades en el ayuntamiento, diputación, el gobernador civil, todos eran franquistas. Lo que ellos decidían iba a misa. El mismo personaje, Carmelo Balda,–destacado dirigente en las distintas federaciones de pelota, anfitrión en los festivales del Urumea en honor al «Caudillo– era el dentista personal de Franco. No es de extrañar que habiendo elementos de la pelota como Carmelo Balda en el régimen franquista, se consiguiera llevar a cabo un frontón grandioso como es el «Balda». Por encima de todo, existía una demanda sociológica de mercado para la pelota; y, además, la política del momento fue su mejor aliada en casos como Donostia y Gernika.

La última gran construcción ha sido el «Bizkaia» de Miribilla. ¿Existe una demanda pelotística para justificar un proyecto de semejante envergadura? O, acaso ¿la motivación de las autoridades provinciales de Bizkaia actuales no concuerda con las que tuvieron los Balda y compañía?.

Curiosamente las dos opciones tienen un vínculo en común. Ambas dominaban el cotarro, unos en plena dictadura; los actuales, controlando el ayuntamiento y la Diputación. Gracias a esta posición política han sacado adelante el proyecto de Miribilla. Algo impensable, por ejemplo, en Gipuzkoa, por el reparto de poder y tribalismo que esto desencadena. Si tu dices A yo digo B; y viceversa.

Visto el panorama actual habrá que conformarse en que no tumben el Balda y el Gernika Jai-Alai. Y quien sabe si el Bizkaia de Miribilla no le ocurrirá lo mismo con el paso de los años y será objeto de debate también..

Divagando se me ocurre que pueden haber alternativas a esta hibernación a la que están sometidos los templos de la pelota en la actualidad.  Convertirlos en una especie de espacios multiusos. Centros cívicos donde tienen cabida un museo de la pelota, un archivo y centro de investigación donde se recoja todo aquel legado vinculado con la pelota vasca, actos culturales, exposiciones, conciertos, actividades deportivas… Pero sobre todo con una política de «discriminación positiva» en favor de las modalidades de pelota. Es decir, una concesión a una empresa privada siempre que  su explotación cuente con una presencia mínima de festivales de pelota.

Si se me permite el paralelismo, algo como lo que ocurre en Florida con el matrimonio de conveniencia entre jai-alai y resto de apuestas de casino. ¿Quieres explotar otro tipo de apuestas? Muy bien, pero mantén el jai-alai.

Soy de la opinión que si se pretenden sostener en pie los templos de la pelota, los motivos, el «para qué»,  la manera de enfocar la inversión, tiene que  cambiar radicalmente con respecto a lo que motivó a los emprendedores de hace 40 años. De no ser así, nuestros templos no se diferenciaran de los monumentos presentes en  plazas y calles, ornamentales sí. Invisibles. Pero sobre todo, inútiles.

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