Se te pedía mucho Iñaki Osa Goikoetxea, se te pedía mucho. El egoísmo del aficionado no tiene limites y se te pedía que después de 27 años como profesional, la mayoría de ellos amo y señor, rey de la cancha, hicieras un último esfuerzo llevándote el torneo más prestigioso del jai-alai, la cesta-punta, y eso es demasiado para un cuerpo de 43 años. Se te pedía mucho Iñaki Osa Goikoetxea.
Has salido por la Puerta Grande sin necesidad de ponerte la corona del Winter Series, 2023-2024. Ésa es la ventaja de los grandes. Por eso estamos agradecidos por lo ofrecido al aficionado donde quieras hayas jugado, por eso no te pedimos ya nada porque a partir de ahora perteneces al Olimpo de este deporte, nos dejas tu legado.
El que te ha acompañado en la salida de la Puerta Grande, con tu corona, ha sido Aritz Erkiaga, precisamente el día de tu despedida. Es tan intuitivo y cerebral el de Ispaster, que no podía escoger un mejor día.
“Cuando Erkiaga huele la sangre, se acabó”, son palabras de Barandika dichas en el podcast “Txik-Txak”, en una entrevista que se publicara la semana que viene.
Olía a sangre en el ruedo.
Aritz es al jai-alai lo que José Tomás al toreo, arriesgan mucho pero cuando están en estado de gracia, sale el duende que llevan dentro y su juego es un recreo, un regalo para la retina del aficionado convencido de que lo que acaba de ver es algo extraordinario, una anomalía en un estado de liquidez en el que el ser humano hace las paces con su cuerpo en movimiento.
Estoy convencido de que sería lo más saludable que el maestro de Ispaster jugara tan solo un par de veces al año, limitar sus actuaciones como lo hace el maestro de Galapagar en el arte de la tauromaquia. No sea que nos mal acostumbremos.
Remató mucho y bien la mayoría de las veces. Se puso el buzo de trabajo cuando hizo falta subiendo al cuadro nueve y diez para socorrer a su compañero de terna, Jon Ibarluzea, cuando éste estaba en apuros o antes de estarlo.
Aritz es un oasis pero no es un espejismo.
Aritz Erkiaga es una figura atemporal en un cuadro de los de ahora, todo que hay que decirlo. Porque no fue un gran partido salvo para el de Ispaster que salvó el acontecimiento demostrando que el juego y el arte son compatibles al alcance de los elegidos.
La actuación de A. E. fue el mejor regalo de despedida, un homenaje, que un compañero puede hacerle a otro demostrándole que el cetro queda en buenas manos.