Mi querido Bandini
Son las nueve de la mañana de este once de octubre en el sur de Florida y te escribo desde el patio de la casa donde la temperatura ronda los 30 grados y la humedad es más de un 80 %( menos mal que mi nuera, Gorane, me ha puesto un pequeño ventilador en la mesa).
El lunes pasado a las cinco de la tarde me puse frente al televisor para ver en directo los partidos de la liga que vienen disputando cinco equipos en Magic City (Miami).
Un poco más tarde, a eso de las cinco y media, hora de Florida, sintonicé desde mi teléfono móvil, ETB, la televisión pública vasca, para seguir dos partidos de otra liga, el final four, las semifinales, donde cuatro parejas iban a disputar en el frontón Ezkurdi de Durango (Bizkaia) un billete para la final.
Ahí me ves, Bandini, el ojo izquierdo en ESPN 3, la retransmisión de Magic City; el ojo derecho en el partido de Durango.
Dos modelos diferentes de juego. La de Miami, sobre una cancha de 36 metros de largo y nueve de ancho, construida con materiales atípicos y, la otra, la del renovado Ezkurdi de Durango, el tradicional frontón de cemento y una longitud de 52 metros. Eso sí, las dos modalidades, guste o no, operando bajo una misma marca: jai-alai.
La tradicional, la que veía con el ojo derecho y, esta mutación de la especialidad que es Magic City, la que mi ojo izquierdo seguía con la máxima atención posible también.
Mis dos ojos intentando discernir entre dos vías paralelas luchando por abrirse camino en un entorno incierto después de que la industria tradicional basada en la ecuación, jai-alai igual a casa de apuestas, se haya derrumbado como un castillo de naipes.
No es cuestión de caer en la trampa de comparar ambos modelos basado en prejuicios e interpretaciones sesgadas. No es cuestión de otorgar legitimidad a una y quitarle a la otra en base al pasado. Lo que está en juego es la construcción de alternativas donde la marca jai-alai perdure y lo haga con solidez.
Y ambas opciones son igual de válidas.
Es más, Bandini, igual me pongo un tanto solemne pero tengo la impresión de que el jai-alai está viviendo un momento histórico. Dicho de otra manera, en los próximos diez años se verá si el jai-alai es capaz de encontrar su sitio en este nuevo ecosistema que tantas posibilidades ofrece o, en el peor de los casos, desaparecerá (Florida) o se convertirá en una modalidad residual (Euskadi).
Veo ciertas similitudes en esa intentona de modernización de los dos modelos, a pesar de que el hábitat (mercado) donde operan: Florida y Euskadi, sea bien distinto.
Magic City lleva, esta es la cuarta temporada, funcionando en Miami gracias a la perseverancia y testarudez de un hombre visionario como lo es Scott Savin. Un emprendedor que a mi me trae a la memoria al patriarca de la familia Berenson y sus comienzos en el Jai-Alai de Miami hace ya casi cien años.
Miami Jai-alai, el otrora Yankee Stadium del jai-alai, no tuvo un comienzo de esplendor, al contrario, las dificultades financieras, el no poder contratar a los mejores pelotaris por la imposibilidad de ofrecer buenos sueldos en una temporada corta— hasta que Stanley Bererenson le dio, poco a poco, la vuelta al negocio. No me voy a extender en este tema. Si alguien siente interés por saber cómo marcharon las cosas en los comienzos de Miami Jai-Alai, no tiene más que leer el interesante libro The Cultural History of Jai-alai escrito por la norteamericana Paula Morton.
¿Es Scott Savin el “Berenson” del siglo XXI?
Este hombre, Bandini, tiene un mérito extraordinario. Como si se tratara de una prueba de laboratorio. Creó una mutación de la modalidad y la incrustó en el aledaño de un casino (Magic City), rompiendo moldes (nunca mejor dicho), mezclando materiales ajenos a los tradicionales, incluidas pelotas. Reciclando unos jugadores veteranos procedentes de otros deportes y poniéndoles a jugar quinielas. Si ese experimento loco no fuera suficiente. Se sacó de la manga el Battle Court, una liga de cinco equipos de seis jugadores ranqueados según su nivel de juego, jugando al mejor de tres sets a seis tantos. Captando dueños de los equipos que a su vez desembolsan la nada despreciable suma de 100.000 dólares por temporada. Retransmisiones televisivas a través de ESPN3. Apuesta on line en diferentes plataformas en cantidad de estados…
El hombre, Bandini, de la nada, va dando pasos. El último, la entrada en el accionariado de Pitbull, un rapero de Miami comprometido con su ciudad. Ya solo nos falta que Messi y Julio Iglesias se apunten a esta movida.
En fin, Bandini, bromas aparte, la cosa apunta bien. Otro día, en otro escrito, te contaré mis impresiones sobre lo visto in situ, en Magic City. Solamente adelantarte que es una experiencia que engancha una vez que uno deja en el parking antiguos tics, prejuicios y sesgos que no hacen más que enturbiar la visión.
Los Gernika´s boys, mejor dicho, la actual empresa Eraman! tambien lleva unos pocos años desde que inició su andadura en un hábitat conocido pero desolador.
Sin embargo, desde un comienzo, han dado con la tecla apropiada que no hace más que sonar y conseguir resultados, incluso increíbles. La respuesta del público. Mil abonados antes de empezar el Winter Series. Están colocando el listón tan alto que a uno de le da vértigo.
Y, poco a poco, se está afianzando y dando pasos esperanzadores. Uno de ellos la creación de la jai alai league, junto a promotores de Iparralde.
Ahora bien, ambos modelos, ambas iniciativas, se enfrentan al mismo objetivo, universal en el mundo empresarial. Consolidarse, crear riqueza y renovarse. Que es el principal objetivo de una empresa. Y una premisa fundamental es cuadrando los números y seguir creciendo.
El tiempo, Bandini, yo calculo que unos diez años, será el que ponga a cada uno en su sitio. El éxito a través de la consolidación o, en el peor de los casos, la extinción o la marginación debido a un mercado que no tolera especies invasoras; o debido a la falta de espacio (limitaciones de mercado).
De momento, ambas iniciativas comparten los mismos retos. Fidelizar a esos nuevo adeptos (consumidores e inversionistas) que están descubriendo el jai-alai. Sea en Gernika con el Winter Series o en las dos ligas anuales que de disputan al sur de Florida, en Magic City.
Ambos modelos comparten otro reto. Mejorar la calidad de sus pelotaris. Que el producto esté en acorde a la demanda. Y algo primordial es el relevo generacional.
La naturaleza como los mercados actúa en consecuencia, sin piedad alguna (empieza a llover y retiro mis bártulos, no me vaya a mojar demasiado).
Esto es todo por hoy, Bandini.