El caso «Elordi»

El manista Aitor Elordi ha ganado dos txapelas en primera categoría a los 27 años y se ha convertido en lo que el filósofo Nassim Taleb describiría como un “cisne negro positivo”. “Un evento altamente improbable e impredecible que tiene un impacto significativo y que solo se comprende a posteriori”. El caso “Elordi” ha sacudido en alguna medida los cimientos de la pelota a mano al cuestionar la política de dos empresas como Baiko y Aspe.

Hay voces que sostienen que estas dos empresas deberían revisar su sistema para que los jóvenes pelotaris disfruten de más oportunidades. Es decir, que no se vean despedidos a las primeras de cambio porque, aparentemente, sus proyecciones deportivas futuras quedan cuestionadas.

La pregunta es, ¿a qué obedece esa política de Baiko y de Aspe de los últimos años?

Un sistema, a mi modo de ver, cruel, oportunista y egoísta.
Una manera de proceder impensable cuando las empresas funcionaban a base de “partidos de empresa” (basados en la apuesta como reclamo… hasta la irrupción de la televisión).

Ahora bien, ese sistema cruel es comprensible cuando la salud de las dos empresas está en juego.
Dicho de otra manera, de esa política despiadada depende, en gran medida, la sostenibilidad en el mercado de Baiko y Aspe.

¿Son las dos empresas unas malvadas cuyo único objetivo es ganar más dinero?

Existen otros puntos de vista al abordar el tema.

Taleb nos dice en su libro: “Antifrágil”, que un objeto, una empresa en este caso, puede ser “frágil” y hay que tratarlo con cuidado. Puede ser robusto, lo puedes golpear pero aguantará. O puede ser “antifrágil”; lo puedes machacar, maltratar y saldrá mejor parado que antes.

La pelota a mano profesional como sector ha sido un campo robusto porque se movía en un nicho de mercado un tanto particular, (deporte autóctono) sin competencia. Y supo, cuando le tocó, hacer la transición a la era moderna, la de los medios de comunicación, la televisión en concreto. Ha sobrevivido, pues, al paso del tiempo y lo hizo gracias a la aparición de Asegarce que supo anticiparse al cambio de ciclo. (Otra cuestión son las empresas que se quedaron en la cuneta).

Sin embargo, Aspe como Baiko, son dos entes frágiles peleando por sobrevivir porque el sector, la pelota a mano profesional, a su vez, se ha debilitado.
Dos razones.
La primera.
La pelota a mano profesional es un sector cuya impacto social es minoritario y se vende, además, en un medio, ETB, de ámbito reducido. Ambas, en perfecta simbiosis, luchan en un entorno, deporte-espectáculo, donde impera el desorden y la volatilidad. La incertidumbre, en definitiva. (Lo opuesto al nicho de mercado en el que funcionaba históricamente).

Segundo.
Cuando la apuesta, la columna vertebral, se viene abajo, la sostenibilidad depende de la excesiva dependencia de ayuda publica indirecta, ETB y Ayuntamientos. Ese entente, si bien le da cierta apariencia de robustez, por contra, le limita en cuanto a innovación y crecimiento; es decir, a la búsqueda de nuevos mercados. La falta de opciones donde colocar el producto, obliga a las empresas a la inercia y a funcionar como oligopolio como si se trataran de dos empresas públicas.

Cualquier turbulencia o crisis inesperada (la huelga de los manistas de Baiko, por ejemplo) dejó bien claro la fragilidad actual del sector.
Y sobre todo, la ausencia de figuras en un momento dado, (hasta ahora el relevo generacional ha funcionado), puede provocar una crisis y que el sector se debilite más todavía.

No tenemos que olvidar que la pelota, a mano en este caso, aparte de su connotación cultural, se comercializa en un bazar, el del deporte-espectáculo, donde reina la inestabilidad

El mundo de la pelota profesional, en su conjunto, o es atractivo o se hunde. Y esa atracción depende en gran medida de una constante renovación de pelotaris. De disponer de figuras que marquen la diferencia. (Titín II, Olaizola II, Irujo o Altuna III, no salen por arte de magia. Y menos un caso tardío como el de Elordi).

La renovación del cuadro, por lo tanto, se convierte en algo esencial so pena de anquilosar el sistema y permitir que el nivel de juego decaiga por la falta de estrellas, y la crisis se haga realidad.
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Volviendo a la política de Baiko y de Aspe con respecto a los pelotaris. La sostenibilidad de ambas empresas depende de tener dos plantillas cortas con gente joven y extremadamente competitivas. (Lo opuesto a la época anterior (a la televisión) basada en “partidos de empresa”).

Una criba contínua entre los no figuras es un intento de dar con los “altunas” de turno y convertirlos en santo y seña, capaces de enganchar a los espectadores ávidos de caras nuevas.
El sistema es exigente. Necesita savia nueva. Una evolución constante. Y espectacularidad a base de capacidad rematadora (apostaría que jamás se ha rematado tanto como ahora).
De esa evolución, por cierto, ha llegado la forma de jugar distinta en el mano a mano. El resto de saque a aire. El juego s sotamano. (Irujo, un revolucionario). La viveza del material…

Las empresas, insisto, están sometidas a esa vorágine de cambio y buscan dar con la excelencia a base de sacrificar, de paso, a pelotaris cuya madurez exige otro desarrollo, más de largo plazo como es el caso Elordi. (Un despiste de las empresas)

Las empresas asumen el papel de la naturaleza en la biología. Los organismos (pelotaris) han de “morir” para que la naturaleza (el sistema de Baiko y de Aspe) pueda seguir adelante de una manera sino robusta, al menos lo menos frágil posible. Aunque sea a base de un sistema cruel, oportunista y egoísta.
(Porque, como consecuencia, acaba con el pelotari no figura en este caso).

En esa réplica de la evolución en biología, la desaparición prematura de jóvenes pelotaris (aparentemente de poca proyección) da paso (jóvenes debutantes) que ven la oportunidad de enmendar los errores y no sufrir el mismo destino. Con una particularidad, que en esa transición, los que se adaptan y sobreviven dejan su huella, su “código genético”, un estilo de juego idóneo para la máxima competitividad. (Irujo dejó una huella genética formidable).

Ese código genético es información valiosa para los recién llegados. Saben lo que funciona y no y tratan de replicarlo o evitarlo.

Un cuadro de pelotaris con una presencia importante de veteranos, como antaño, basado en partidos de empresa y jerarquías, sería económicamente una carga inasumible y taponaría el paso a futuras promesas. (Corriendo el riesgo, eso sí, de que de vez en cuando escaparía algún caso como el de Elordi).

Paradójicamente, la sostenibilidad empresarial de Baiko y de Aspe depende de la fragilidad de los pelotaris en cuyas cabezas pende la espada de Damocles nada más debutar.

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