Miércoles matiné, segunda quiniela. Unas pocas decenas de aficionados sentadas en las gradas. Media docena de apostadores hacen cola en el único mostrador disponible para comprar los boletos. Hay cuatro maquinas también para el que opta por no esperar.
Al fondo diviso a Steve “the Hook”, el aficionado del que hablaba en un posting anterior. Una persona que lo sabe todo del jai-alai americano, arrancando el año 1974. Acude todos los miércoles, matiné y noche y jueves también. Durante el fin de semana tiene que atender su negocio de venta de t-shirts en un mercadillo cerca de Cayo Hueso.
El “Gancho” (Steve), me dice que hay una persona que me quiere conocer. Me la presenta. Se trata de Jeff “Laca” Conway, el responsable de la página de internet: pelotapress.com. Así mismo, es el alma mater de la construcción de un frontón abierto de 32 metros, en Saint Petesburg. Al otro lado de la bahía de Tampa. Lo ha donado al municipio para que los aficionados al jai-alai puedan disfrutar del recinto. Charlando con “Laca” Conway puedes darte cuenta de que es un apasionado del jai-alai. Según me comentó tiene un museo dedicado al deporte vascongado.
Jeff Conway se marchará mañana de vuelta a Tampa, volverá para el último fin de semana, la que viene, la fecha fatídica.
A Hook y a “Laca” Conway les acompaña otro die-hard aficionado de nombre Lou, que según me dicen jugó en Newport (Rhode Island). Benny Bueno, el intendente, se suma a la partida. Conversan de jai-alai, ¿de qué si no? me doy cuenta que resulta lo mismo si somos los vascos ex players o los americanos, hablamos de lo mismo, en distintos idioma, pero de lo mismo. Lo que nos empuja y nos apasiona. La cesta-punta.
Echo de menos el ver jugar a solas. Sentado en mi butaca, tanto por tanto. Quiniela por quiniela. Fijarme en los detalles, el estilo, las habilidades y los defectos. Empaparme del juego. Lo repito de nuevo. Cuando queda poco, la conciencia aumenta. Llenar de contenido el vacío que se avecina.
Después de la octava quiniela, la última de la función matinal. Johan, el pelotari de Biarritz, sale a la cancha y comienza a ensayar en solitario. La semana pasada hizo lo mismo. Si hay algo desagradecido es ensayar solo. Johan lo hace. Ensaya el saque, el rebote, el costado. Tiene 19 años pero su actitud le honra. No sé que nivel de juego logrará en el futuro, pero ganas, le sobran.
Antes de abandonar lasa gradas, Steve “the Hook”, me avisa que por la noche estará en el frontón. Le contesto que le creo, a no ser que un tsunami, un terremoto o algo por el estilo, no se lleve al antiguo Palacio del Jai-alai
Vuelvo por la noche. Los incombustibles, los aficionados, la cuadrilla entorno a Steve “the Hook” están sentados en las mismas butacas. Tal vez hayan comido un sandwich en “The Grill”, la cafetería que está nada más adentrarse en el casino. Un lugar donde el fin de semana pasado pedí un bocadillo “cubano”, nada que ver con los jugosos sándwiches cubanos que me comía en Tampa hace ya unos cuantos años. Se parecía más a una empanada, seca de narices. 23 dólares por ese falso bocadillo cubano y una Miller lite.
Se acerca una persona hacia mi butaca. Lleva gorra de cazador, rubio y con perilla. Me había fijado en él y en su acompañante. Los dos con pinta de rednecks. El más fuerte de ellos, me dice: “Hola Zulaika”. Le reconozco enseguida. Es uno de los hermanos Muguerza, J. R. el que jugó en Dania varios años, con el que nunca coincidí en un cuadro. Nos saludamos y charlamos un rato.
Le pregunto a Steve si conoce a Muguerza. «Oh yeah«, me contesta. «Hunting and fishing» (cazador y pescador).
Es entonces cuando diviso al trío de Palm Beach que se acerca al frontón todos los miércoles por la noche. Mendi II, Sáez y a Elu. Nos sentamos formando un grupo. Unas pocas butacas vacías nos separan de la cuadrilla americana.
Sáez tuvo mucho juego en Palm Beach y en Newport. Pelotari de mucha calidad y de poco nombre, suele pasar. Le vino el intendente Guarita para llevarlo a Hartford. Le pidió una cantidad. La respuesta le vino más tarde. Ningún pelotari en Hartford cobraba lo que Sáez le pidió. Perico Elordui, el intendente de Palm Beach, accedía a lo que el de Ermua le pedía. Con las rodillas machacadas le ganó mano a mano al gran Félix. Después de tres años de huelga, sin tocar la cesta, regresó a la cancha. Tenía 41 años cuando cerraron el frontón, el de Palm Beach, el año 1993.
Ayer miércoles, 17 de noviembre, cumplió 93 años el gran Chucho Larrañaga. Me cuentan que le pesan los años, pero que su cabeza funciona de maravilla. Dentro de diez días un puñado de pelotaris y ex pelotaris le visitaremos en Miami, donde reside. Comeremos juntos en algún restaurante de la sagüesera y procuraremos rendirle un modesto homenaje a uno de los mas grandes zagueros que ha dado el jai-alai, a uno de los más apreciados.
Hoy jueves noche, vuelta al frontón. Sólo nos queda otro jueves más.
¡Apúrense! como diría Urbano, el que fuera masajista en el Miami Jai-Alai.