Estimado Bandini
La carta de hoy me vas a permitir que se le dirija a un amigo de Miami, a Jesús Olivera, un gran aficionado al jai-alai. Jesús es un entusiasta de la cesta-punta como pocos. Por lo tanto no te pido disculpas.
Pues sí, Jesús. Tenía ganas de comentarte ciertos asuntos de jai-alai. Ya sabes que estamos en pleno Winter Series de Gernika, el campeonato convertido en pocos años en el santo y seña de la modalidad.
Un año de estos, en vez de ir a Cancún, tendrías que venir y ver in situ el ambiente que se respira en ese frontón que es lo más parecido a una catedral.
Asombroso. Todos los lunes, función tras función, lleno absoluto, sold out, como decís por esos pagos.
Yo los sigo desde casa, por la televisión, ya se que no es lo mismo. Ahora bien, la comodidad es algo a tener en cuenta. Además, en parte, ese agobio, ese volumen de sonido desproporcionado me incomoda, uno se va haciendo mayor y, sobre todo, el regreso a casa en una autopista infernal, nada parecido a la 95 del sur de Florida, pero te aseguro que tiene muchas más curvas.
Se han ventilado varias jornadas y poco a poco van desfilando los participantes. En esta crónica de hoy voy a resaltar alguna cuestión que me ha llamado la atención.
Una de ellas es el rendimiento de un viejo conocido tuyo, Erik. Pues sí, Jesús, el pelotari que nos maravillaba por su rendimiento en Dania, temporada tras temporada, ganándolo todo como bien sabes, es una sombra de lo que conocimos. No se si estás de acuerdo.
Le queda un partido por disputar pero la posibilidad de clasificarse es nula.
Hay un libro que leí en el avión de vuelta de Miami a Madrid, el vuelo más corto de mi vida — no despegué mis ojos del libro. Y todo gracias a esa biografía de Andre Agassi titulada: Open.
No se si conoces la historia. A Agassi seguro que sí, fue una estrella del tenis hace unas pocas décadas.
Yo la verdad es que no sigo el tenis, ni el fútbol, ni el basket ni casi ningún deporte salvo el jai-alai. Pero me apasionan las historias de los deportistas, la intrahistoria mejor dicho, los entresijos. Y es asombroso la cantidad de rasgos comunes entre los deportistas. Al final la mente es la mente. Todos somos humanos que sufren y disfrutan en función a las distintas situaciones.
Es por eso, creo entender lo que le pasa a Erik.
El deporte de élite es tan exigente que si no se siguen las pautas a rajatabla, se paga un peaje brutal.
La antigua estrella del jai-alai de Dania, lo está pagando. La inactividad es una causa, muy importante. Año y medio sin tocar la cesta. La parte física se resiente y, sobre todo, la mental. El dejar de ser parte, el alejamiento, el software ya no es el mismo. Hay que resetearlo.
El deporte profesional es un estado de ánimo, una vivencia diaria. Sentirte pelotari, la mente activa en estado on y no en off, como ha estado Erik durante meses. Una especie de desahucio, el ostracismo que llamaban en la Antigua Grecia.
Erik es un pelotari de clase mundial. En un entorno homologable a otros deportes consolidados como el tenis, por ejemplo, conseguiría si no es un torneo en otro, regresar y ser incluso el número uno. Agassi lo conseguía. Tuvo periodos en los que a pesar de haber ganado varios Grand Slams se sumía en la miseria deportiva por diversas razones.
La ventaja, la de Agassi, era que había un ranking, un sistema democrático en los que el tenista a base de bregar y sumar puntos puede regresar a la cima. Si no es un torneo en otro. Fue así como logró ganar los torneos más importantes después de grandes debacles.
El jai-alai es otra historia. Un deporte pequeño intentando abrirse camino en la modernidad. No es de momento democrático. No hay un calendario seguido y el cupo es reducido y a veces a base de invitaciones.
Me pregunto cuando será el próximo torneo donde intervenga el pelotari que impuso su dictadura en el Dania Jai-Alai temporada tras temporada. Puede, como hacía Agassi, encerrarse en un gimnasio con un trainer particular además de entrenar varias horas al día sobre la cancha. Rodearse de psicólogo, nutricionista y un entrenador personal.
En el tenis hay mucho dinero para unos pocos; en el jai-alai hay poco dinero para unos pocos. La motivación no puede ser la misma.
Perdona, Jesús. Te estoy, como decimos por aquí, dando una chapa de madre y encima no se si te he aclarado algo. Tal vez todo se resume una frase: regresar a la élite y besar el santo no es nada fácil. En el tenis o en el jai-alai.
Hay sorpresas agradables en este Winter como la del joven Alex Goitia. Sí, Jesús, el hermano menor de Julen y de Iñaki que juegan en Magic City Fronton.
Se puede perder o ganar pero manteniéndose fiel al estilo de juego de cada uno. Alex Goitia jugó con personalidad. Bendita juventud. Es una brisa de frescura ver jugar con ese desparpajo. Un detalle, Jesús. Empezó sacando mal, varias pasas, y como sabes, después de cinco pasas, la siguiente es falta. Recompuso el fallo y sacó durante el resto del partido con nota alta. Le tenia enfrente a Erik, no es que sea un restador temible, pero siempre pesa.
Es cierto que en la zaga Alex llevaba a Basque, un pelotari fogoso, crecido, juega con gasolina premium y uno se pregunta qué deposito lleva, pues no para y cada pelotazo resulta como si fuera el último de su vida.
Erik, al contrario, llevaba a Minvielle, un zaguero al que la cancha de Gernika le queda varias tallas grande, ni llega a pared de rebote ni hace daño. Una maldición para un zaguero en esa plaza.
Habrá que verle a Alex Goitia en los siguientes partidos, con rivales más complicados. Tiene una magnífica edad, 22 años. Para esta edad eran grandes figuras Bolibar, Joey y Uriarte, por citarte algunos nombres, pero estos son otros tiempos. Los jóvenes de ahora llevan pocas horas de vuelo y les hará falta más tiempo para consolidar su juego.
El mismo caso de Sorozabal. ¿Te acuerdas de él? Lo vimos en Dania.
En su primer partido me defraudó; toca esperar.
Jugó sin personalidad, temeroso. Tal vez porque llevaba en la zaga al “Mariscal”, el mejor zaguero en la actualidad, López.
Puede ser esa la razón, te explico más abajo. Tengo interés por ver cómo evoluciona en lo que resta de torneo el delantero de los Sorozabal.
Una hipótesis ronda por mi cabeza del por qué del bajo rendimiento de Johan Sorozabal. La misma del bajo rendimiento de Diego el pasado año en el Winter, a pesar de que se llevaran el campeonato él y López.
López, aun siendo el dominador de la zaga a nivel mundial, su estilo de juego diluye el juego de remate de sus delanteros.
En una cancha como la de Gernika, 57 metros, el que llega una y otra vez a la pared de rebote con pelota nueva es el gran dominador. El delantero tiene que aprovechar ese dominio y ponerle punto final al tanto. Mis ojos no recuerdan a nadie con la facilidad del “Mariscal” por llegar a pared de rebote, pero tampoco a nadie que se aproveche menos de esa arma.
No es López partidario de esa táctica. Más bien se limita a especular, a meter una más que el contrario y jugar con la derecha más a menudo de lo que debería.
Me viene a la cabeza Churruca. El gran maestro no sacaba la derecha hasta bien avanzado el partido y cuando la pelota se había puesto viva, hasta entonces jugaba de revés.
Lo que trato de explicarte es el juego clásico que yo conocí en Gernika, sobre todo: dominio y finalización del tanto. Elemental y eficaz.
Ya sabes, Jesús, lo habrás comprobado, cuando nos juntamos varios old-timers como yo, creemos saberlo todo. Pero no son más que simples opiniones.
En fin, no quiero aburrirte. Te iré, si te parece bien, transmitiendo mis opiniones sobre el Winter Series de esta temporada. Puedes preguntarme u opinar sobre aquello que consideres oportuno. A la postre, por tu saber seguro que ves las cosas con más claridad que alguien tan contaminado como yo.
Un abrazo
P.D.
Después de seguir anoche el partido de Gernika, a media noche de aquí, sintonicé con Magic City Fronton donde los Chargers se las veían con los Devils; la cosa acabó en empate a puntos.