Una nave espacial viaja procedente de otro planeta. En una de sus escalas, un astronauta se incorpora como tripulante para proseguir el viaje cuyo destino es colonizar e implementar un nuevo estilo de vida en otro planeta.
Su caso es peculiar. Trabajó cerca de 20 años en la World Jai-Alai en puestos de gerencia. Tras un lapsus de 5 años, regresó al mundo del jai-alai, no al tradicional, sino a otro que pretende desafiar el orden establecido.
Su nombre es Stu Neiman, tiene 53 años y desde hace cinco es el Director de Operaciones de Jai-Alai en Magic City. Scott Savin, CEO de esta empresa, lo calificó como: “La voz del Jai-Alai”.
Su vinculación con el jai-alai viene de lejos. De cuando tenía tres años. Su padre, asiduo al Miami Jai-Alai y practicante aficionado, invitaba a los pelotaris Randy, Romo y a Gonzalez a su casa. Mientras jugaban pinball y se fumaban un porro, el pequeño Stu dormía en la habitación colindante. 30 años más tarde, Randy y Romo, le pedirían perdón por ello.
Con 5 o 6 años ya empezó a enredar con la cesta cuando acudía con su padre a las “Canchitas” de Orbea y North Miami.
Reconoce que como pelotari no era muy competitivo, era más de posturitas. Aparicio le decía: “tú para los fotos, no para los vídeos”.
Estuvo internado en un colegio de Connecticut y después estudió dos años de medicina hasta que lo abandonó el año 1.991.
Su abuelo fue tajante: “Ni se te ocurra jugar jai-alai”.
Tres años antes, su padre jugó en West Palm Beach convirtiéndose en el esquirol más veterano de todos.
Stu no tenía conciencia del conflicto IJAPA-empresas hasta que conoció a Rafael Anchía (en la actualidad miembro de la Cámara de Representantes de Texas).
Stu, campeón nacional de debate los años 1986-1987, coincidió con Anchía en un debate y lo tuvo como adversario. “Fui muy agresivo con él”.
Posteriormente coincidieron en un torneo de jai-lai en Dania, que lo ganó con Hernandez.
“¿Qué haces aquí?”, fueron mis palabras al verlo.
En una ocasión, Stu le comentó a Anchía: “¿Porqué no vamos a Miami a ver las quinielas?”
“Yo no cruzo el piquete”.
Fue en ese momento cuando Stu Neiman tomó conciencia de lo que estaba pasando.
Abandonados los estudios necesitaba un trabajo. Acudió a las “Canchitas” de North Miami y se puso a trabajar cosiendo pelotas.
“Cosía horriblemente”.
Compaginaba este trabajo con otro en un centro psiquiátrico.
“En el futuro, en World Jai-Alai, me ayudó mucho en el trato con la gente”, se ríe con ganas.
Cuando en Miami Jai-Alai necesitaban alguna persona para un trabajo llamaban a Howie, el responsable de las Canchitas.
“Oye, Stu, ¿quieres trabajar como anunciador en Miami Jai-Alai?”
Ahí arrancó su carrera en el jai-alai, ocupando diferentes puestos. Anunciador, asistente de gerente con Licciardi, Collet… al estar soltero anduvo de manera itinerante. Le tocó lidiar con el cierre de Tampa, el año 1998, ya como gerente.
Momentos difíciles. De dar la cara y verse obligado a descuartizar el cuadro mandando algunos a Miami, otros a Ocala o a Fort Pierce.
“Más de uno no se alegrará de verme cuando vaya de visita al País Vasco”, sonríe.
A los 44 años, despedido por Jonas (general manager en Miami, responsable del cierre de Miami y de Fort Pierce), Stu se puso a trabajar en la carga y descarga de maletas en el aeropuerto de Fort Laudardale; su primer y único trabajo físico.
Meses felices hasta que una lesión de hombro como consecuencia de mover kilos de maletas le obligó a dejarlo.
Era el año 2018 —un año antes Dan Licciardi había trabajado con Scott Savin en West Flager y le llamaron para proponerle su incorporación al proyecto de MC a lo que se negó porque no entendía la propuesta al provenir del jai-alai tradicional—, y de nuevo aterrizó en las Canchitas de North Miami donde se encontró con Dan y Arra (Arrasate I), enfrascados en entrenar a un grupo de jugadores reclutados de la Universidad de Miami para jugar en Magic City.
Arra necesitaba un día de descanso a la semana y Licciardi convenció a Stu para que ese día lo ocupara el antiguo gestor de World Jai-Alai.
Stu Neiman, fiel a su destino, acababa de alistarse en una aventura cuyo inicio estaba previsto en seis meses. Pasaron seis meses y arrancó MC y Stu se sumó como anunciador.
“Pero, Stu”, le digo. “Un frontón de 36 metros. Las paredes de cristal y metal y pelotas que suenan raro”.
“No ha habido un abandono del jai-alai tradicional. La razón de que en MC tenemos cristal y no cemento, primordialmente, es porque estamos en un segundo piso. Querían jai-alai en ese edificio, pero los cimientos no aguantarían el peso del granito y del cemento. Existían limitaciones técnicas.
Cambiar los cimientos era muy costoso, así que tuvieron que hacer algo diferente. El cristal y el metal eran una opción. Optaron por la aplicación de Kalzakorta, de 20 años de antigüedad. Era la segunda vez que se utilizaba, la primera fue en Florida City”.
Scott Savin es el comandante de la nave. El líder visionario empeñado en llevar la nave a buen puerto.
Scott conoce bien los entresijos del jai-alai tradicional. Junto a West Flager Associates eran dueños de MC. Y se hicieron con una minoría de las acciones de Casino-Dania Jai-Alai por tres años. En ese espacio de tiempo se dio cuenta de que el jai-alai tradicional no era rentable.
Estando al frente de Dania, los propietarios de Hialeah iban a abrir un frontón: Florida City. Y acudieron a Scott. Éste vio la oportunidad de reducir gastos creando un circuito con Florida City y lo que más adelante iba a convertirse en MC.
Scott presentó el plan a IJAPA. El sindicato de pelotaris no estaba interesado. Existía en ese tiempo la idea de que la cancha de cristal no era jai-alai de verdad. Y que suponía algo indigno, una bajeza.
Scott no se dio por ofendido. Simplemente no entendía cómo, el jai-alai perdiendo tantos millones, no se daban cuenta del futuro que les esperaba.
Habló con una representación de IJAPA dos veces. A la tercera les comunicó que si no estaban dispuestos, acudiría a la Universidad de Miami y reclutaría atletas y los entrenaría para jugar jai-alai.
“No puedes hacer eso, no va a funcionar”, fue la respuesta.
“Conozco a Scott, es muy competitivo”.
El desafío estaba sobre la mesa. El lema de Scott era: voy a perder dinero de todas las maneras; lo haré a mi manera.
En esa época Flager Associates se desvinculó de los “argentinos”; de Casino-Dania.
En 2018 MC cambió los perros por jai-alai. Scott convencido de no poder contar con pelotaris de IJAPA, se puso a la tarea de entrenar jugadores procedentes de la UM; los más que pudiera.
Después de cuatro años ¿cuál es la situación financiera?
MC es una compañía privada y no tiene porqué hacer pública su contabilidad. Fui responsable de los números en el Jai-Alai durante 20 años. En MC mi responsabilidad son los pelotaris.
De todas las maneras nuestra economía es simple de entender.
Tenemos 31 pelotaris. 25 de ellos a contrato completo. Con sueldos de 29.000 $ anúlales más seguro médico. Estamos hablando de salarios de coste de aproximadamente de 3.000 $ por pelotari al mes.
Los premios en quinielas y Battle Court (partidos jugados a 3 sets de 6 tantos) tienen un coste de 620.000 $ al año. Organizamos dos torneos. Uno de 25.000 $ (World Supercourt) y otro de 20.000 $.
Ese es el coste total de los pelotaris. Después estamos yo y el segundo anunciador, jueces, cestas (las sufragamos a los pelotaris). Y después un enorme coste en marketing.
Así pues, hay un coste es de aproximadamente dos millones de dólares al año. Ése es el coste en el intento de sacar adelante el jai-alai en MC.
En cuanto a ingresos, el año pasado (2021), nuestros ingresos procedentes del pari-mutuel fueron alrededor de 200.000 $. Lo que proviene de BetRivers, no lo se. Calculo unos 250.000 $. Al margen de los acuerdos que pueda haber.
La diferencia con Miami Jai-Alai y Dania es que nosotros lo vemos como una inversión.
Cada año venimos gastando más dinero en agrandar el cuadro y le doy mérito a Scott y a West Flager Associates. Es la prueba de que nosotros creemos en el jai-alai como producto”.
Le pregunto sobre su contribución a MC, avalado por 35 años en el jai-alai. Más teniendo en cuenta sus dudas iniciales.
“Tengo dudas todavía. No se si va a funcionar como negocio. Sólo se que me concentro exclusivamente en los pelotaris. No en la parte económica en sí.
Algunos pelotaris puede que no estén contentos conmigo porque soy estricto. Pongo multas. Me aseguro de que haya reglas y se cumplan. Apoyo a Arra lo más que puedo. Mi contribución desde el inicio fue traer lo que aprendí en la escuela de Miami Jai-Alai, tomando como referencia a Epifanio, Pedro Mir y a Aparicio.
No hay un pelotari del cuadro que no pueda llamarme a las dos de la mañana. No hay uno que no tenga mi número de teléfono. Que uno ha discutido con su novia… que no puede pagar una factura. Estoy siempre disponible.
Mi mayor contribución es que estén concentrados para dar lo mejor en la cancha”.
Pierden dinero… ¿Hasta cuando?
“No hay fecha límite. Siempre he oido que para que un negocio sea rentable, lo tiene que ser en un plazo de cinco años. Hemos pasado ese tiempo y vamos por el sexto.
Existe momentum, energía, cada año más. No hay fecha límite.
Scott sostiene que ahora estamos con un compromiso de tres años para ver de verdad si al menos cuadran los números. El objetivo no es incluso conseguir beneficios, sino más bien comprobar si el deporte de jai-alai consigue cubrir los gastos en los EE UU. Hay gente que no lo entiende.
Esa es la ventaja de trabajar con gente que tiene dinero. Sus ingresos vienen de otras fuentes.
Todo está enfocado como una inversión. Si conseguimos el objetivo de hacer parra para el año 2025, tenemos el compromiso de Scott de convertir este negocio en indefinido.
Pero si no hay energía, ingresos, no estoy seguro de que continúe más allá de ese año”.
Scott habla de expansión, Las Vegas, Dubai…
“Ese es un objetivo. Antes de que dijera algo por el estilo significa que ha habido contactos. Scott no habla por hablar.
La mirada está puesta en el formato Battle Court, partidos formales, es el futuro de la apuesta deportiva. Ahora tenemos cinco equipos en MC. (Cada equipo tiene su propietario por esa temporada tras un desembolso de 100.000 $). A Scott le gustaría tener un equipo de Las Vegas y en otros lugares”.
Vuestros pelotaris no están sindicados. ¿No necesitan una Unión?
“Esto puede ser controvertido. En principio cualquier directivo diría que no a una Unión. Pero como no ganamos dinero no hay nada que negociar. Los pelotaris van a cobrar dentro del coste de la inversión. Tener un convenio colectivo con operaciones que pierden dinero, no tiene sentido. Los pelotaris tienen su sueldo y un boleto lo má generoso que puede haber. Yo no estoy en contra de los sindicatos, pero no veo qué puede hacer una Unión”.
Colaborasteis con un frontón de Euskadi el año pasado. ¿Lo volveréis a hacer?
“Seguiremos colaborando para el torneo Super-Court. Entiendo como funcionan las cosas en el País Vasco y no quiero entrometerme. Así que Goikoetxea (Iñaki Osa Goikoetxea) fue el apropiado para gestionar el torneo (se jugó en Ispaster, Bizkaia) con la Federación (Española) y lo volverá a hacer o tal vez lo hagamos en forma de Invitación por problemas de agenda”.
Los dueños originales de MC desde 1950, la familia Havenick, han vendido el negocio a una tribu india: Poarch Band of Creek Indians. Se han desecho de la propiedad y de las máquinas tragaperras. No así la parte del Jai-Alai.
“Lo que supone la prueba perfecta del compromiso de Scott porque ahora no va a haber ingresos de las máquinas.
Sí van a recibir un jugoso cheque, pero ellos pueden hacer lo que quieran con ese dinero. El compromiso es firme por tres años.
Desde la familia Berenson, en los inicios de Miami Jai-Alai (hace casi 100 años) no ha habido un caso similar, en el que nadie haya puesto dinero de su bolsillo, en un contexto en el que no hay ni máquinas tragaperras ni licencias de por medio”.