Está siendo un mes intenso el de mi estancia en Florida. Casi sin descanso. Ayer visita a Miami y mañana tengo que volver para entrevistar al gran Chimela, mi ídolo de la niñez.
Pero déjenme que les cuente en qué consistía mi visita de ayer a esa metrópoli infernal en la que se ha convertido Miami.
Hay poco más de 20 millas desde Dania a la zona de la Flagger pero a media tarde te lleva una hora a menos que haya un accidente en esa autopista de cinco carriles. Entonces todo se complica.
La cita era a las cinco y media y llegamos por los pelos tras circular por la línea express, el carril de pago.
El parking de Magic City es enorme como lo son todos los que acogen negocios de este tipo. Sean hipódromos, frontones o antiguos canódromos como lo fue éste, ahora reconvertido en casino.
Nos esperaba Stu Neiman, el jefe de operaciones, un hombre polivalente dentro de la estructura de Magic City Jai-Alai. Una persona a la que no conocía hasta hace unas tres semanas cuando pude compartir lunch —una cita pendiente desde mi anterior estancia el año pasado— y charlar sobre jai-alai, su pasado y futuro (en otra crónica ahondaré más sobre esta reunión).
Nos llevó por un atajo, una zona destinada a almacenaje, donde se veían arrinconadas decenas de maquinas tragaperras llenas de polvo, modelos obsoletos. Subimos unas escaleras y nos adentramos en la antesala del frontón, bancos, mesas, zona de vestuarios. Grupitos de gente joven que pensé que serían pelotaris locales a los que no conocía.
Una vez dentro del frontón, desde la contracancha, un recorrido panorámico con la mirada descubrió decenas de mesas circulares colocadas estrategicamnette dentro de la zona de juego. Cerca del frontis transparente varias pizarras con varios nombres y otros sin completar.
Este es, pensada entre mi, el polémico frontón para los que provenimos del jai-alai tradicional.
Es difícil expresar mis sentimientos. Y lo son más cuando comenzó la ceremonia del draft. Una acto del que yo no tenía más información que de oídas y tuve que indagar en google par saber que se inició en 1.935 por la NFL, con del fin de equilibrar los equipos. Años más tarde lo adoptarían otros deportes como el futbol americano, beisbol o jockey.
Ahora, curiosamente, el turno le corresponde al jai-alai, a esta versión del juego, una de 36 metros de cancha, frontis de plástico, paredes de madera y pelotas sintéticas. Ingredientes suficientes para desatar la ira de los puristas.
Después de la reunión del cuadro de pelotaris con el management, mientras los familiares y amigos esperábamos en la zona de la grada, agasajados por varias camareras. Fue entonces cuando se empezaron a completar las mesas, reservando las más cercanas al frontis, para los equipos, con sus dueños y sus pelotaris, en este caso.
La gala iba a ser retransmitida por ESPN-3, vía streaming. La cancha estaba invadida por periodistas, personas con aspecto de influencers, algunas iban tomando asiento en las mesas reservadas.
En alguna mesa reconozco las caras de pelotari de Dania que forman parte del espectáculo como invitados.
Me sentía un tanto descolocado. Como en otra galaxia o en otro planeta después de haber pasado toda mi vida en otro mundo, y ahora, por las circunstancias, iba a ser testigo de algo tan inusual como es un draft de jai-alai, aunque fuera esta ya la tercera edición que se celebra.
Miro de reojo a otro padre de pelotaris también presente. Tiene la mirada perdida. ¿En qué estará pensando?
Tomó la palabra desde un estrado Scott Savin, el artífice de esta versión de jai-alai. El hombre que ha removido cielo y tierra para llegar a este punto después de varios años de perseverancia. Convencido de que esta es la única manera de que el jai-alai siga adelante en este país.
Después de la ceremonia me comentó que el pari-mutuel, el de la quiniela tradicional, es un sistema obsoleto. La salida es esta, la de la transformación a una de sets, como en el tenis, donde se admiten apuestas y el interés deportivo queda intacto.
Cuando habló el hombre fuerte, pensaba entre mi. ¿Será éste un visionario, el equivalente al Berenson de hace ya casi 100 años, el que consiguió legalizar el jai-alai y resurgirlo de las cenizas?
Scott Savin quiere expandir este formato de jai-alai a otros estados, habla de Dubai… ambición no le falta.
Reconozco que para mi es una especie de shock oír hablar de Chargers, Devils, Warriors, Cyclons y Renegades, porque estos son los nombres de los equipos, unos que tienen unos dueños por lo que queda de temporada, los que han puesto sobre la mesa la friolera de 100.000 dólares. Gente famosa, comentaristas de radio, agencias de marketing…
Ellos, aconsejados por los capitanes de los equipos, irán eligiendo jugadores libres para ser adoptados, con el fin de equilibrar los equipos al más puro estilo NBA.
Pero esto es jai-alai. Es Stu Neiman introducido por Scott Savin como “la voz del jai-alai”, quien da comienzo a este “mercadeo” de jugadores.
Son los Chargers los que tienen la primera opción ya que, por lo visto, la temporada anterior acabaron en ultima posición. Tienen dos minutos para elegir al primer agente libre. Scott Savin anda de mesa en mesa cerciorándose de que todo marcha según lo previsto, no parará en toda la gala, atento la más pequeño detalle.
Alguien le entrega un papel al conductor de la ceremonia. Stu Neiman anuncia que el elegido por los Chargers es Zulaika, en la actualidad perteneciente al cuadro de Dania. Aplausos y continua el draft. A continuación son los Devils, luego los Warriors, Cyclones y los Renegades comandados por los hermanos Goixerri, campeones del año pasado.
El nombrado se acerca al presentador y este le entrega una gorra donde aparece el nombre del equipo, a continuación se acercará a su mesa, a la de su equipo donde le reciben con abrazos y sonrisas.
Yo continúo en estado de semi shock. Me cuesta encajar en este mundo pero reconozco que hay más mundos, planetas y galaxias.
Finalmente se completan las listas. Hay vascos de Hegoalde, de Iparalde, latinos, filipinos y pelotaris de raza negra. Todos parecen contentos. El ambiente es fantástico. Hay complicidad.
Los entrantes, sobre la mesa, tienen buena pinta. Un bufete nos espera, paella y abundancia de comida, y postres. Las camareras no paran de atender a los presentes.
Las cámaras de televisión, de video, pululan por la sala mezclados con influencers, familiares, amigos y algunos pelotaris de Hegoalde y de Iparralde que de momento seguirán en el otro planeta.
Converso con algunos de ellos. Los del planeta nuevo que están agradecidos por la experiencia. Alguno me dice que aparte de que es una forma de pagar las facturas, le han devuelto la ilusión. Es como una familia donde el trato por parte del management es excelente.
Los “excluidos”, de la docena de presentes, alguno me dice que firmaría in situ. “¿Qué nos espera después de Dania?”, confiesa uno de ellos con un punto de tristeza. “No es para este tipo de frontón para lo que nos preparamos, pero es lo que hay”.
Me da la impresión que es un sentir mayoritario. Y es de entender. Los pelotaris son como los surfistas, necesitan olas. Y la Gernika, Winter Series, es una ola fantástica, pero tiene sus limitaciones.
Como tiene Magic City, de momento al menos.
La temporada arranca el tres de febrero y se extiende hasta mayo. Después de dos meses de descanso, empezará otra en otoño.
Los lunes, miércoles y los viernes habrá partidos, a 3 sets y 6 puntos. En cada función se disputarán 4 partidos de dobles y 2 de singles. Los partidos se ofrecen por SPN-3 y se puede apostar a través de Betrivers, de otro estados.
Me despido de varios de los presentes. Por mi cabeza resuenan los Chargers, los Devils, Renegades y los Ciclones… Abandono el edificio haciendo el mismo recorrido, echo una mirada a las tragaperras abandonadas, recubiertas de polvo. En el exterior, la temperatura es magnífica. Son la nueve de la noche. Hay que regresar a Dania, espero que la autopista 95 esté menos congestionada. Paso junto a un Pick-up. “Se Bota Escombros & Delivery”, está rotulado en español.
En estado de semi shock regreso a mi otro planeta. Sigo en ese estado