Eran las siete y media de la tarde. Caminé sin prisa la distancia que separa el parking de los pelotaris a la entrada principal. La temperatura era de unos 24 grados y soplaba una ligera brisa. Sentía una sensación extraña. Qué hacia yo en un lugar como éste después de casi un año de ausencia. Aquellos días de desconsuelo, de lágrimas y de abrazos. De despedidas. Sin embargo, ahí estaba yo como si no hubiera ocurrido nada. Como si fuera la cosa más normal del mundo.
No estaba el enorme todoterreno del shérif de Dania aparcado en la entrada como lo veía habitualmente hace poco más de un año. Todo lo demás, el parking lleno de coches, la gente, los clientes del casino, entrando en el edificio como un goteo constante. Todo encajaba.
Nada más entrar en del recinto doblé a la derecha, la zona de frontón. La misma vendedora de boletos, la de toda la vida, en su puesto. El sonido de la pelota chocando contra el frontis, la voz del comentarista. Los pelotaris desfilando para la primera quiniela a ritmo de pasodoble. Unas 300 personas en las grada. En un palco, a la altura del cuadro 10, la figura inconfundible de Steve “The Hook” —mi amigo del jai-alai con quien tan buenas migas hice la temporada pasada—, en pantalones cortos, camiseta y en chanclas y las manos llenas de boletos. Todo parecía estar en sus sitio. Tal como lo había dejado hace unos trece meses.
Una verdad de perogrullo. ¡Qué maravilla ver jai-alai en directo! El sonido, la perspectiva, las voces de los espectadores y de los pelotaris. Los lances del juego, aciertos y errores. Todo tan familiar. No hay jet lag que estropee este momento.
Steve me pone al día de la situación. Estoy preparado para una clase magistral. Lleva viendo jai-alai desde hace más de 50 años. Lo conoce todo. Público y privado. De aquí y de allí. Está al tanto del Winter Series, no se pierde un partido. Te habla de Magic City con autoridad. Le gusta el cuadro que ha conformado Benny Bueno, el intendente, 22 pelotaris, veinteañeros la mayoría. Se nos incorpora Isaac Argoitia a la conversación. Ya somos tres catedráticos dando la chapa en uno de los palcos de Dania Jai-Alai.
Al rato, un señor mayor con aspecto de canadiense jubilado en vacaciones, no deja de mirarnos. Pienso que, a pesar del estrago del paso del tiempo, será un old-timer que nos reconoce y no se atreve a saludarnos. “¿eres el hermano de Zulaica?”, me lo imagino preguntando, la típica pregunta.
Hay tiempo para recibir su saludo, toda una función por delante.
Seguimos a lo nuestro, comentado las jugadas.
Le gusta el cuadro a Steve. Benny la ha clavado.
Seguimos a lo nuestro, comentando las jugadas. Juegan como si se jugasen la vida y Pedro Mir estuviera al mando en la jaula; pocas tonterías y mucho arranque. Tras perder el tanto los delanteros corren hacia la jaula como si les persiguiera el diablo.
No distingo todavia a los pelotaris salvo alguno que otro. Los he visto en directo por youtube, pero nada iguala al directo. Parece que llevan toda la vida jugando en esta cancha, pero son dos semanas. Estoy de acuerdo con Steve: Benny ha acertado de lleno. 22 pelotaris, la mayoría veinteañeros, de Iparralde y Hegoalde.
Hay detalles que justifican la visita al fronton. El rebote de revés de Etcheberry es uno de ellos. Después de Aritz (Erkiaga) no caigo en la cuenta de nadie que le espere de esa manera a la pelota, con el rebote de revés, se gire y le de esa velocidad con los brazos y cintura. No solo de detalles vieve el espectador. Pasan las quinielas y a pesar del sueño, voy distinguiendo a los protagonistas; es cierto de que la presencia de los dos catedráticos es de vital ayuda. Aspectos que no consigo alcanzar, apuntes, facilitan la labor. «Fíjate en Bixente, me dice Isaac y en Laborde»… Pero mis ojos se van tras dos pelotaris que llaman mi atención.
El jubilado sigue volteando la cabeza. Si quiere saludarnos que lo haga: jodido canadiense.
Como decía, hay dos pelotaris sobre todo que llaman mi atención. El mutrikuarra Manci y un chavalote de Markina-Xemein, los aplausos de los aproximadamente 300 espectadores (nada mal para ser un miércoles) interrumpen mis pensamientos. Nadie quiere perde el tanto, finalmente, Etcheberry acaba con una cortada. Han sido dos minutos de intenso peloteo. Goenaga y Manci disputaban un tanto a Etcheberrry y Laborde. Un Hegoalde vs. Iparralde. Dos minutos, una eternidad en las quinielas. El público aplaude y nosotros también.
Manci es un pelotari de los pies a la cabeza con dos manos buenas. Sabe de que va el juego, sabe jugar la dupla y tambien el mano a mano. No será un zaguero poderoso pero es una delicia verle jugar. No es el único pero me hace falta tiempo para fijarme en más aspectos. El sueño, el jat lag no ayuda pero sí son de buena ayuda mis dos compañeros de palco.
El jubilado de la fila delantera sigue torciendo el cuello.
Atain II. No le había visto jugar. Me ha encandilado. Hay pelotaris que llaman la atención. Más, en mi caso, si se trata de un zaguero. Yo lo fui y me gusta fijarme en ellos. Pocos zagueros he visto recoger la pelota con el revés, tras encestarla, como lo hace este chaval. La lleva a ese lugar donde se para la pelota y se arma la postura para después soltar los brazos y largar una líneas temibles. Atain II lo hace. Con una facilidad pasmosa. Cuando coja regularidad, la chula puede convertirse en una diana con premio. Además, lo contrario a lo habitual en un debutante, defiende el tanto y se mueve en la cancha con soltura para ser un chicarrón de uno noventa de estatura.
Es cierto, que tiene que madurar, coger mas precisión en sus tiros; aprender el oficio. Lo tiene todo para triunfar en un puesto tan exigente cono es la zaga. Solo le faltan horas de cancha, oportunidades, el resto viene de serie. Los rectores del jai alai en Euskadi seguro que siguen sus pasos. Más les vale, ahí tienen un diamante sin pulir. Tiene 18 años y con dedicación y esfuerzo, va a dar que hablar.
Transcurren las quinielas, prosiguen los detalles, la pelea es dura, el “viejo” capitán «Kakatza» (Arrieta) se lleva una single y una dupla; los jóvenes el resto. Vienen hambrientos. Son dos meses y no hay tiempo para dosificar. Queda una temporada fascinante de por medio. Para mi van a ser cuatro semanas de intenso jai-alai, las aprovecharé para hartarme de pelota, nunca se sabe lo que va deparar el futuro. El año pasado se daba por finiquitado este asunto y mira donde estamos.
Finalmente, se nos acerca el jubilado de la gorra. Los tres catedráticos nos quedamos a la espera de oír su comentario.
“¡Why don´t you guys stop talking and go somewhere else!?” (por qué no os calláis de una vez y os vais a otra parte) se da la vuelta y se marcha hacia su pareja y se alejan a una distancia prudente donde les sea imposible escuchar nuestras conversaciones.
Manci se lleva la última quiniela. La single. He aguantado el tipo. Mañana más y mejor como decía Ondarrés. Me despido de Steve. “See you tomorrow”, nos vemos mañana, en el mismo palco. Vamos hacia la salida de pelotaris. Son las diez y media de la noche y la temperatura es de unos 22 grados. Es Florida, chicos, donde la gente viste pantalones cortos y calza chanclas todo el año y las casas por Navidad están decoradas con Santas, renos y trineos.
Un Camaro verde chillón pasa cerca. ¡Vaya aparato! Como han cambiado el modelo. Nada que ver con el que conducía Katxín en Miami hace más de 40 años cuando todos estos chavales que hemos visto jugar no habían nacido todavía.