Ha finalizado la “Batalla en el Palacio” de Dania Jai-Alai. Una final deslucida, sin juego ni emoción. Han ganado Barandika y Leke porque han cometido menos errores que Olharan y Etcheto que han estado por debajo de su rendimiento habitual. Lo importante es que este torneo se ha celebrado en un contexto atípico. Cuando no hay en funcionamiento fuera del País Vasco ningún frontón tradicional. Y lo ha hecho sin la apuesta de por medio como leitmotiv. Basándose en la asistencia de espectadores, spectator sport, sin otro reclamo que disfrutar del jai-alai como deporte.
Como todos los inicios ha sido precario. Sin grandes lujos, ni de cobertura por parte de los medios ni de patrocinadores. Sin embargo, tiene un mérito importante porque es una prueba más de laboratorio de cara al futuro de la especialidad de pelota vasca más internacional. Al igual que es una prueba de laboratorio la que están haciendo en Magic City con esa nueva modalidad de jai-alai surgida en el sur de Florida.
Visto desde una perspectiva histórica el jai-alai se ha caracterizado por su elasticidad a la hora de adaptarse a los tiempos. Emigraron los primeros pelotaris vascos a Argentina en el siglo XIX, surgió la quiniela como formato y se consolidó por cerca de cien años. Se modificaron las cestas y las pelotas. Cambio el estilo de juego. Han vuelto los juegos a sets en lugar de partidos. Una nueva adaptación a los tiempos.
En el camino han quedado proyectos y otros prosperaron. El jai-alai en Miami en la década de los años treinta estuvo a punto de desparecer porque el Gobernador de Florida se oponía rotundamente a que el jai-alai se integrara al pari-mutuel. La tenacidad de Richard B. Berenson pudo con el escollo y finalmente se consiguió que la ley en Tallahassee aprobara la inclusión del jai-alai.
Tras un siglo glorioso de jai-alai tradicional en Florida cuesta creer qué hubiera sido de este deporte de no haber pasado la ley. Al igual que ocurrió con el frontón de St. Louis (Missouri), el Rainbow de Chicago o el Hippodrome de Nueva York donde las autoridades se negaron a conceder licencias al jai-alai.
En Magic City juegan sin público. En Dania a lo largo de estos diez días de competición la asistencia no ha pasado de unos cuantos centenares. Hemos entrado en una nueva era, la de las redes sociales. La posibilidad de seguir las retransmisiones via streaming rompe los moldes y desata las limitaciones para la expansión sobre todo de deportes cuyos nichos son limitados en comparación a los deportes corporativos.
Es en esas probetas de laboratorio, Dania Jai-Alai y Magic City, donde se juega su futuro el jai-alai como deporte.
Y lo hace porque todo depende de la iniciativa privada. Al contrario de la de Euskadi donde la actividad depende, directa o indirectamente, de dinero del contribuyente.
Personalmente no concibo la cesta-punta profesional sin su vertiente internacional. Históricamente así ha sido y esa es su vocación. Una modalidad sostenida por las instituciones públicas está abocada, no a la desaparición sino a la marginalidad. A convertirse en exponente cultural, parte de su folklore. Sin capacidad de crecimiento porque esa no es su naturaleza. Su objetivo es la no desaparición, seguir siendo parte del corpus local como seña de identidad. Todos sus esfuerzos están basados en la toma de conciencia (se cierra Dania Jai-Alai, algo habrá que hacer). Con el trabajo encomiable por parte de unos militantes incondicionales (Gernika Jai-Alai Professional). Pruebas de resistencia ante un peligro.
El mercado norteamericano funciona con otros parámetros. El termino cultura pertenece al ámbito académico. A las instituciones públicas, en este caso a las de Florida, les importa un carajo si el jai-alai lleva implantado en ese estado cerca de un siglo. En ese país no existe un ministerio de Cultura ni un director de deportes. La iniciativa corresponde al individuo, el deporte convertido en un producto de consumo y como tal tiene que introducirse en el mercado y pelear.
Grandes riesgos y grandes recompensas. De dar con la tecla apropiada el futuro a medio plazo está garantizado. De esas pruebas de laboratorio dependen la salud del individuo, del jai-alai en este caso.