Miércoles, 1 de la tarde, matiné.
Se está nublando el día, el viento es fresco, la temperatura agradable, unos 20 grados. Cientos de coches en el parking del Casino Dania. No veo el enorme todoterreno del shérif del condado de Broward aparcado como acostumbra delante del edificio.
En dos zancadas estoy dentro del recinto. Voy derecho al frontón. El sonido de la pelota no es el del fin de semana pasado, no suena la pelota, el clima seco, a consecuencia del viento, seca el ambiente y afecta al material, tanto a las pelotas como a las cestas.
Unas cien personas en las gradas, una hilera de apostadores delante de la ventanilla. Voy derecho al fondo, hacia la altura del cuadro diez. Veo a Steve “The Hook” sentado en una de las sillas plegables. Parece que me espera. Nos saludamos.
Steve lleva viniendo al Jai Alai en los últimos 47 años, lo comenté en un articulo anterior. Steve es un apasionado del jai-alai y un entendido como pocos. Lo pude comprobar en otra ocasión, me reafirmaré tras seguir la matiné desde la tercera quiniela hasta la última de la función, la quiniela ocho.
Se me acerca una pareja mientras sigo el juego. A primera vista me percato de que proceden de Euskadi. Me preguntan si Zulaika es mi hijo. Les digo que sí. Si vivo aquí en Florida. No, llevaba 32 años sin regresar de Euskadi, les explico. Me conocían de los tiempos de Gernika, iban mucho al frontón. Los dos son de Gernika. Últimamente no van a las funciones que se organizan, no les gusta el formato actual de música mezclada con partidos. Demasiado jaleo para esta pareja de jubilados.
“Nos gustaba el ambiente de antes, no el de ahora”.
Están de vacaciones. Alquilaron un coche y tras recorrer los cayos, subieron hacia el Golfo de México, de vuelta a Miami, han parado en Dania. En el pasado también hicieron una visita al Palace de Dania. “Hoy hay más gente que entonces”, me dicen.
No saben que este domingo cierra sus puertas definitivamente el Jai-Alai. Se quedan de piedra. Les produce una pena inmensa saber que fuera de Euskal Herria no quedará ningún Jai-Alai abierto. Nos despedimos. Tal vez nos veamos algún día en Euskadi. En el Jai-Alai de Gernika será difícil. No les gusta el formato actual.
Le pregunto a Steve qué tipo de pelotari aficionado fue. Ya que practicaba en las canchas de North Miami. “Básicamente revesista”, me dice. “Del estilo de Arratibel”.
“Joder, Steve”, le contesto, “eso son palabras mayores.
“Estos zagueros no cuidan el resto de saque al txoko cuando el delantero contrario resta de costado”, me dice.
Steve sabe la tira de pelota, pienso.
“Me encanta cómo juega Yeche”, le digo más que nada para saber su opinión.
“Es el que mejor entiende el juego. Su manera de cubrir cancha. Pedir la pelota. Cuidar la chula. Le falta poder pero, por lo demás, es un zaguero que da gusto ver jugar”, recalco.
“Sure”, me dice. “Estoy completamente de acuerdo contigo. Lástima el accidente de moto que le tuvo un año sin jugar”.
Steve es una base datos impresionante.
“Otro zaguero que me encanta es Ladutxe”, le digo.
“Después de López, no he conocido otro zaguero tan completo. No sé si estarás de acuerdo conmigo. Es una pena que in the Basque Country no se le conozca”.
Steve no tarda en contestar. “Lo hace todo tan fácil. Desde que vino a Miami con 19 años se ha convertido en un gran zaguero. Claro que después de López es el mejor zaguero”.
“The Hook”, através de internet, se traga todos los partidos que se han jugado el pasado verano en Iparralde. Conoce el mercado como nadie.
Ladutxe ha acabado la quiniela de una tacada a la segunda vuelta, acompañado de Zulaika. Han sacado pelota nueva y han secado a los contrarios, se han ido sin apenas encontrar resistencia.
El zaguero de Lapurdi es un valladar en la zaga.
Me quedo sólo, mi amigo se ha ido a hacer su apuesta. Se juega sus 30 o 40 pesos por función. Espera hasta el último momento para ver cómo van las apuestas en el tanteador. En la quinta quiniela ha ganado 50 dólares, se le ha escapado la perfecta cuando el 2 y el 6 han cerrado la quiniela.
El filipino Robin no es un pelotari brillante, pero suelta un derechazo, un chic-chic, pica y vete.
“Juaristi´s shot”, me dice Steve. Una jugada característica del gran delantero, figura en Miami y en Dania.
Robin, a continuación, hace pasa. “Juaristi no haría eso”, le digo.
“Si Juaristi hiciera eso, rompería su cesta”, me contesta.
Se junta a él un muchacho que jugó en Calder, fue chicopelotas en Dania.
“Fue un fiasco lo de Calder. Les salía más barato tener jai-alai que perros o caballos. Nadie ha hecho nada por amor al deporte. Todo es dinero”, sentencia Steve.
¿“Incluido Magic City”? le tiento. “Sólo piensan en el dinero”, además, no es su tipo de jai-alai, nada que ver con lo que ha conocido desde el año 1974.
Barandika se lleva la single, la octava, de calle, una exhibición de jugar mano a mano.
La matinée ha acabado. Son las 4 y 25 de la tarde. Steve picará algo y volverá para las siete.
¿“Sabes qué ha matado este deporte”?
“Que no han contado con los jóvenes”, The Hook se aleja. Yo me voy hacia vestuarios.
Por la noche más y mejor, como decía el gran Ondarrés.