Mi querido Bandini, ya me perdonarás que no haya dado señales de vida en varias semanas. No, no te preocupes my friend, todo marcha bien, de momento no coronavirus ni gripes ni dolores de ciática, de salud, en general, so far so good, estupendamente. El mayor cambio, eso sí, que me he jubilado. El trabajo remunerado que comenzó en Zaragoza a los 14 años, tras dos décadas como “artista” del mimbre y después de pasar por dos gremios más, aquí me tienes, Bandini, libre de la tiranía del reloj que marca las horas. Sin excusas para contarte mis andanzas, a la espera de viajar a Los Angeles y hacerte una visita.
No pienses que te voy a contar cómo va la pandemia en esta parte del mundo, ni te voy a preguntar qué opinas sobre las elecciones en tu país. No, Bandini, dejemos a un lado temas tan manidos.
Una de las ventajas del que no tiene que madrugar es que no tienes prisa por acostarte, ver películas que antes dejaba a medias, enfrascarme en la lectura, dejar correr el tiempo sin más. El viernes pasado, sin ir más lejos, me quedé a ver un partido de pelota a mano que ofrecían en directo en la cadena de televisión vasca, a una hora prudente, eso sí, para las once y media había acabado el festival. A continuación ofrecieron la final de cesta-punta, Grand Slam, desde el frontón de Hondarribia, una localidad costera limítrofe con la frontera que divide a Euskal Herria, la parte francesa para que me entiendas.
Este partido del que te hablo, se había jugado poco antes, pero teniendo en cuenta el trato que le da la tele publica vasca al jai-alai, en cuanto a programación, puedo decirte que la hora de comienzo, a la 23:30, era un hora de fábula, sobre todo para un retired como yo, no te digo nada.
En liza cuatro de los mejores players del momento. Por un lado Goikoetxea y Irastorza; por el otro, Beaskoetxea y López, la créme de la créme, el no va más. Los más “chingones” como dirían en Tijuana. Gente, para que te hagas una idea de lo atletas que son, tres de ellos, con la excepción de Beaskoetxea, cerca de los dos metros de altura y cien kilos de peso. Pero sí vieras cómo se movían, parecen jugadores de tu admirado Los Angeles Lakers. Eso sí, el más joven del cuarteto tiene 36 años, algo que me da que pensar pero no quiero entrar en el tema para que no me llames pesado.
Tenia mis dudas sobre Irastorza, a sus 44 años, recién operado de la cadera, mis prejuicios me indicaban que iba a ver un pelotari jugando a pies parados, cubriendo la chula a la espera de que su delantero, un atleta formidable, le sacara las castañas del fuego, más cuando enfrente tenía a López el “Mariscal” de la zaga, un pelotari que juega con una facilidad pasmosa, tanto que sin llegar al 50% de su capacidad, es el numero uno indiscutible. Te imaginas, Bandini, un jugador de baloncesto o de béisbol, jugando a medio gas y pueda con todos.
Me entenderás que tuviera mis dudas con el más veterano de los cuatro, con Eric “El Vikingo” Irastorza. Pues mira por donde que en muchos lances del partido parecía el mismísimo LeBron James encestando canastas. Nada de quedarse refugiado con la espalda pegada a la pared del rebote, asediado por el bombardeo del “Mariscal”, ni por asomo. Para mi sorpresa el de Bidart (Lapurdi), parecía el Irastorza de 4 o 5 años atrás. Un pelotari de una defensa envidiable y ataque temible. Incluso a los largo de los tres juegos que duró el partido, firmó un par de chulas que yo recuerde, sino fue alguna más.
El que a priori me ofrecía más dudas de los cuatro, ya que este verano no han podido jugar el numero de partidos habitual, fue el mejor de los cuatro. Como decimos (o decíamos en el argot puntista), Irastorza jugó HORRORES, más teniendo en cuenta que no hace mucho pasaba por el quirófano. Hay que aguantar aquel ritmo infernal de juego, el bombardeo continuo, la picardía del delantero contrario. Eric, con su cesta convertida en espada, sacudió a diestro y siniestro, para reivindicarse como gran figura que fue y se resigna a dejar de serlo.
Es cierto que Goiko fue de gran ayuda y estuvo cerca de su mejor versión y tal vez “El Mariscal” no esté al cien por cien de su forma, ni tampoco el billarista de Gernika. Unos pocos errores no forzados de López es algo inusual de ver, otro tanto con algún que otro despiste de Diego. Pero Bandini, el del viernes era como si de un partido de pretemporada se tratara y todavía estuvieran en rodaje. Y, afortunadamente, salió un partido redondo, de los que merece la pena ver, Irastorza jugando HORRORES.
Aunque la retransmisión acabe cerca de las dos de la mañana. Qué más le da a un jubilado como yo.
Un abrazo virtual Bandini. Seguiré mandándote misivas hasta que nos juntemos en Los Angeles o en Donostia, y para entonces haya acabado esta pesadilla y nos podamos abrazar de verdad. Que así sea.