Al sur de Florida, justo antes de continuar la carretera que lleva a los Cayos, hay un desvío cuyo destino es un pequeño pueblo de 12.000 habitantes llamado Florida City; es ahí donde va resonar la pelota en un nuevo frontón para la práctica del jai-alai (?) profesional. No es un frontón cualquiera, más bien uno bien distinto. Las paredes no son de cemento, el frontis no es de mármol ni de piedra caliza. Las paredes son de vidrio, traídas de Barcelona. Con ellas han construido una jaula de cristal, una cancha de 33 metros con una capacidad para 150 espectadores. La empresa encargada de suministrar el frontón, llave en mano, es JaiAlaiCourts, con los marquineses Iñigo Calzacorta y Gonzalo Vivanco responsables de la misma.
La empresa Magic City Casino, ha conseguido rescatar una ley del estado de Florida, promulgada el año 1980, para conseguir un permiso de verano que le permite disponer de seis mesas de póquer a condición de que ofrezca un determinado número de festivales de jai-alai.
La empresa Magic City Casino necesita sí o sí del jai-alai para abrir un casino en miniatura.
Partiendo de una visión conocida del jai-alai, este experimento de frontón aplicado a la cesta-punta es impostor, una chapuza, un sucedáneo del considerado deporte de pelota más rápido del mundo. Un proyecto low cost, fake (falso), sham (farsa) bajo la denominación de jai-alai. Viendo unos vídeos de corta duración en los que se ven ensayando a varios pelotaris en esta jaula de cristal, confirma la sospecha y resulta tentador arremeter a martillazos contra esta cancha de vidrio a la que llaman “King Court”.
También es cierto que esta experiencia novedosa, la construcción y aplicación al jai-alai de este tipo de cancha, se puede entender como una innovación . Y es desde ese supuesto carácter innovador donde hay que concederle el beneficio de la duda y permitir que el transcurrir del tiempo demuestre si en realidad se trata de una aportación positiva o tan solo se queda en agua de borrajas.
Por lo tanto ¿Resultará este tipo de frontón lo que realmente necesita la pelota de cara al futuro?
Si algo ha caracterizado a los juegos de pelota a lo largo del tiempo ha sido su naturaleza innovadora. Las modalidades ancestrales de juego a largo, a guante, dieron paso al rebote. Así mismo, estos juegos antiquísimos fueron perdiendo fuelle en el siglo XIX. Debido a que se aprovecharon los muros, y los pelotaris se pusieron a jugar contra una pared, el frontis (lo que llamaron jugar a blé). Una auténtica revolución. Después vendrían las innovaciones de las herramientas. Del guante, construido con piel de vaca, pasan a jugar con xistera, hecha de mimbres y madera de castaño. Esta misma xistera pasa a ser una cesta (a la que llamaban mauser), agrandándola, es más larga y con más bolsa. El juego gana en rapidez y el abanico de jugadas se multiplica. La espectacularidad está garantizada. Las pelotas también, con el uso del caucho, son mucho más vivas.
Ahora bien, cómo fueron los inicios de estas innovaciones, cabe preguntarse. Qué resistencias provocaron. Aquellas primeras paredes serían toscas, el suelo áspero. ¿Qué dirían los pelotazales de toda la vida sobre la aparición del blé?
¿Y las cestas? ¿Podríamos jugar en la actualidad con aquellas xisteras? Lo mismo con aquellas pelotas muertas hasta la exageración. La mejora continua ha sido necesaria para llegar a los niveles de calidad de nuestros frontones, pelotas y cestas actuales.
Cuando un carpintero de Iparralde ideó la primeras xistera no tuvieron una aceptación inmediata, al contrario, los pelotaris eran reacios a usarlas, hasta que las grandes figuras, convencidas de sus ventajas, empezaron a usarlas y se popularizaron. Hizo falta tiempo. Un período de transición.
Hará falta tiempo y muchas mejoras para comprobar si estas canchas de vidrio son ventajosas y su contribución a la modernización de los juegos de pelota de cara al futuro.
Lo negativo de esta experiencia de Florida City es que ha entrado por la puerta de atrás. Lo ha hecho por la necesidad de una empresa cuyo único objetivo es operar como casino sin importarle un comino el jai-alai. Para ello requería el mínimo coste, no una construcción al uso, sino una jaula de cristal, sin contrastarla. Algo económico, además de desmontable.
Lo deseable hubiera sido que un promotor potente hubiera estado interesado en promocionar una nueva versión de jai-alai, con canchas de vidrio, sin segundas intenciones. Un salto cualitativo como el que dio el mundo del circo, transgrediendo lo tradicional para pasar a una nueva visión del espectáculo como supuso la irrupción del “Circo del sol”.
Es ahí donde radica el quid de la cuestión. Hasta la fecha, los grandes patrocinadores no muestran interés alguno por el jai-alai, y sin ellos estamos condenados al ostracismo. A depender de tres empresas americanas, matrimonios de conveniencia, se vean obligadas a llevar la “carga” del jai-alai como condición indispensable para mantener en funcionamiento sus casinos. A depender de cuatro perras procedentes de las arcas públicas, vía Consejo Mundial, vía pequeños patrocinadores. A depender del turismo parisien. A depender del mix jai-alai&music o del pintxo-pote-paella-pelota. A depender de partidos de empresa…
En definitiva, modelos de negocio de vocación local, cada cual con su propia idiosincrasia
Acaso es este tipo de modelo de explotación el obstáculo para atraer a los grandes patrocinadores. Vivimos una situación precaria de pan para hoy, hambre para mañana, me pregunto. O acaso estamos en un período de transición a la espera de un patrocinador poderoso, o bien. un visionario, el “Carmelo Ezpeleta” de turno, ponga orden para impulsar una modalidad que no puede permitirse vivir de la nostalgia de épocas gloriosas.
La reflexión está servida salvo que queramos continuar sumidos en la auto complacencia.