Hay un artículo precioso publicado en la revista de Pilotarien Batzarra de este año, un escrito en euskera obra del periodista Lander Eizagirre, se titula «Jai Alai Blues», al igual que el documental estrenado este año 2016. En si la reflexión de Lander Eizagirre está provocada por la visión de dicho documental.
Hay una parte que me voy a tomar la licencia de traducirla. Eizagirre viene a decir lo siguiente:
(…). Qué desproporcionada ha sido la edad de oro que vivió la cesta-punta. Un deporte humilde, local, pero por diversos factores conoció una expansión tremenda. En mi opinión, la situación actual corresponde más a su tamaño que cuando había 16 frontones y 1000 pelotaris en los Estados Unidos. Lo de ahora es mucho más normal» (…)
En este punto discrepo de Lander Eizagirre. Aunque tenemos tendencia a comparar y juzgar diferentes épocas, pienso que no aporta claridad al análisis. Mi reflexión es la siguiente: un ciclo extenso, tanto, que arranca en la segunda mitad del siglo XIX, y viene a finalizar el año 1988, a la par o con la huelga iniciada ese año y sus consecuencias. Un modelo de negocio basado exclusivamente en la APUESTA, se desmorona. En USA y aquí en Euskal Herria, por estos parajes los corredores son una especie extinguida en los frontones de herramienta. En lo que queda del naufragio americano, todos sabemos la situación que allí se vive.
A partir del «88» se inicia otro ciclo, diametralmente opuesto, que está por escribir. Una época, creo yo, esperanzadora. Sobre todo teniendo en cuenta los últimos movimientos, en dos terrenos, el aficionado y en el campo profesional. La irrupción del Proyecto Xistera, unificando todas o casi todas las escuelas de cesta-punta, creando un calendario, incorporando a las mujeres en su proyecto, es un escenario idóneo para afrontar el futuro con optimismo. Han puesto los cimientos indispensables; ahora corresponde darle cuerpo. A base de trabajo y mucha paciencia. Los chavales de ahora no tienen, no van, a acudir a la llamada como lo hacíamos nosotros, a la búsqueda de un oficio, un modus vivendi; no, ahora, tienen la «Laboral», la Universidad, un módulo, una formación como meta. Compatible con la práctica de la cesta-punta, tanto en el campo aficionado como en el remunerado (no me refiero a profesionalismo puro y duro). Los tiempos de a la «Esperanza o a la Pelota» (elegir entre la fábrica o la cesta-punta) son parte de la historia.
¿Cuál es el tamaño que le corresponde a la cesta-punta? No es cuestión de tamaño sino de modelo. La industria pesada que caracterizaba a Euskadi durante el desarrollo industrial también vemos que se desmorona. Sin embargo, otras iniciativas van asentándose en el tejido industrial. Por lo tanto no cabe preguntarse cuál es el tamaño que le corresponde a la industria en Euskadi. Sino más bien, qué tipo de industria puede competir en un escenario globalizado. El jai-alai como industria no ha soportado los coletazos de la competencia. En cuanto se abrió el mercado a otro tipo de apuestas, los frontones se han ido cerrando a la velocidad de vértigo. Los cimientos eran muy débiles al igual que las acerías vascas, poco valor añadido en ambos casos. Los Altos Hornos de Bizkaia son historia; el Parque Tecnológico de Zamudio y otros similares, son los lugares estratégicos. La industria pesada tuvo su razón de ser en su momento pero ha cedido su peso ante la Revolución Tecnológica.
El tamaño actual de la cesta-punta a día de hoy, su presencia mejor dicho, es la que es, minoritaria, como la mayoría de los deportes más teniendo en cuenta su origen no anglosajón. Ahora el jai-alai tiene que competir con otros deportes en un habitat desconocido: el deportivo. Las factorias americanas que tragaban mano de obra a mansalva en la década de los setenta y ochenta, como los Altos Hornos, son historia a ritmo de blues. Ahora hay que ponerse las pilas y trabajar en una nueva era. El tiempo dirá cuál es su tamaño, qué repercusión tendrá. De momento con sobrevivir no es poco.
Hoy ocho de julio arranca la temporada en Hondarribia, mañana en Gernika. En San Juan de Luz resuena el chasquido de la bola contra el frontis; después vendrá Biarritz y más plazas. Los mejores pelotaris competirán los unos contra los otros, la calidad está garantizada. El panorama es esperanzador más todavía cuando no hemos digerido el cambio de ciclo. El desafío no es el tamaño, el reto es lo que hemos comentado en infinidad de ocasiones, unificar las fuerzas, acabar con los Reinos de Taifas. Llevará su tiempo porque como señalaba Carmelo Ezpeleta, CEO de Dorna (Motociclismo), lo más complicado es poner de acuerdo a los diferentes agentes. En Hegoalde vemos que dan pasos, las dos promotoras, Jai Alive y Gernika Jai Alai conviven y comparten la temporada. Más difícil será atraer a los «franceses» pero es cuestión de tiempo.
Teniendo en cuenta la estructuración del mundo aficionado entorno al Proyecto Xistera y la temporada estival del mundo profesional, hay motivos para la esperanza. Solamente nos queda soñar con lo que sería si las promotoras se pusieran de acuerdo y actuaran como una única empresa (me viene a la cabeza el mundo del remo vasco). Hay que ir quemando etapas pero llegará, claro que llegará.