He llegado a Tolosa con tiempo, como a mi me gusta. Buena temperatura para esta época del año, 16 grados; se nota cuando el viento sopla del sur. Aparco sin problemas en la zona del barrio San Esteban. Camino sin prisas, al tun-tun, hacia la plaza de toros. Aquí, en ese local habia una una tienda de ultramarinos, en ese otro un bar donde mi padre me mandaba sellar la quiniela de futbol. Paso junto al bar Cantábrico, lugar de culto para los aficionados a los deportes rurales, si sus paredes hablaran, vaya documental. Giro la cabeza a la derecha, ahí está la fachada, la casa donde vivi desde los seis años hasta que me fui a debutar a Zaragoza, es, era mejor dicho, la «Avenida del Generalisimo Franco», qué tiempos. Hago el recorrido que hacia para ir al colegio, Escuelas Pias, bordeando el río Oria, paso junto al domicilio donde vivía el entrañable Elola. Llego a la plaza del «Triangulo». Ya no está el colegio, lo trasladaron, ahora son pisos, han respetado la fachada. Se conserva el arco, la «Puerta de Castilla», que da paso al casco viejo de Tolosa. Giro a la izquierda y por la calle Rondilla me dirijo hacia el paseo San Francisco, el viejo Beotibar está cerca, justo pasar el convento de los Franciscanos, a cien metros. Diviso un cartel de gran tamaño, anuncia el II Memorial Elola, resuena la musica de unos altavoces, es un reclamo, gente a la entrada del frontón.
Me he entretenido en mi paseo por las calles donde pasé unos años de mi vida. Entro en la fábrica de sueños que supuso para mi este frontón. Gente en la entrada, mucha. Caras conocidas: «Yoni», el pulmón de la escuela de punta y festivales de verano de Hondarribia, le acompaña un séquito de chavales vestidos de pelotari. Saludo a Antonio Gezuraga; a Tomás Arregi, al que no he visto desde la huelga del 88. Oiarbide II… Jáuregi el presi de la «Vasca». Felix Alberdi no falta a la cita. Juantxo Mújika… Goia… Me topo con el «Chato» Arregi (monitor de la escuela y cestero), está apoyado en una muletas. «El día 28 me operan de la cadera; la otra la tengo operada» , me dice. «Eso es porque abusásteis al echaros de rebote. A mi no me va a pasar eso», le contesto. Fernando Elola: «ama palkoan da» (la amá esta en el palco).
La voz del speaker resuena por todo el frontón, la acústica es pésima (como en la mayoría de los frontones); a pesar de eso, anima el ambiente. Las gradas están llenas, gente de pie sigue el partido. Están disputando el tercer y cuarto puesto. Aimar y Andonegi contra Landa y Ekhi. La pelota parece viva, se habrá calentado, pienso. Los delanteros juegan con un arranque que parece les va la vida en ello. Me llama la atención el zaguero de Landa: Ekhi. Atiza de revés como un cañón, unos bajonazos impresionates. Andonegi, pega unos cuantos palos con el revés, tal vez por la velocidad que le imprime su contrario. O tal vez, porque espera a la pelota con la cesta atrás, demasiado, así me lo parece. Por lo demás, tiene unas posturas con las dos manos que no están nada mal. Parece joven. Un chaval a seguir.
Empatan a dos sets. En el definitivo a cinco tantos. Abrazo a cuatro y, en ese cara y cruz, a un tanto, la victoria es para Landa y el poderoso Ekhi.
Subo al palco, rebosa de gente. Saludo a Elena, la viuda de Jose Ignacio Elola. Los Lertxundi le acompañan. Va a empezar la final, lo mejorcito del campo aficionado. A mi derecha Juantxo Mujika, a su derecha, Mikel Gaztañaga; Felix Alberdi a la izquierda, estoy bien custodiado.
Comienza la final. Los campeones del mundo: Barandika y Lekerika se enfrentan a Antxon Alberdi y Arkaitz. Hace bastante que no les veo jugar. Sin embargo, diría que que me gusta por los guerniqueses.
Pelota muerta. Les cuesta dios y ayuda llegar a rebote. Mújika se queja del material, el ex puntista y actual corredor de Galarreta, no está de acuerdo con este tipo de material. «Prefiero para ver como las que han jugado el primer partido, comenta. Yo tengo mis dudas. «Espera a ver si se calientan», le digo. Si el material es excesivo se corre el riesgo de perder en espectaculo. Es el pelotari quien tiene que controlar la pelota y no al contrario. Es el conductor quien controla la velocidad de un vehículo. Donde está el equilibrio, he ahí la cuestión.
El peloteo es constante. Los tantos en el primer set van cayendo ligeramente a favor de los guerniqueses. Me da la impresión de que hay cierta ventaja en la zaga, Lekerika superior al local Arkaitz. Los delanteros que se conocen de toda la vida, apenas arriesgan. El único que lo hace es Antxón. Lo intenta, dos paredes, costadillo al txoko. No hay manera. Pocos huecos en una cancha de 42 metros y con pelota muerta. Es lo que tiene el frontón corto: jugar a punta es como bailar un tango en el salón de casa, se puede, pero con sus limitaciones. Juantxo Mujika, lo señala, «con esas pelotas no sirve el remate». Barandika juega a la contra, aprovecha los remates de Antxon al ancho para zanjarlos con una cortada. Esa estrategia si funciona. Pocos riesgos. Barandika es ese tipo de pelotari, no destaca por su capacidad rematadora pero lo hace todo bien. Tiene oficio. Lleva las espaldas bien cubiertas, se compenetran de maravilla, Lekerika le transmite tranquilidad.
Esperaba un juego más agresivo por parte de Lekerika. Una derecha más dañina. Sin embargo, es franco jugando, de medio lado retrasa bien la pelota, pero para destacar hay que trastear, variar los pelotazos. En Dania se va a encontrar con adversarios veteranos, de mucho oficio. Es un chico fuerte y con margen de mejora. Se le ve reposado jugando, un plaza-gizon.
El primer set o juego lo han ganado los campeones del mundo, 15 a 10. No creo que vamos a ver un tercer set, les comento a Félix y a Juantxo Mújika. Digo esto, porque en base a los partidos entre profesionales que he visto el pasado verano, me daba la impresión que después del primer set, los ganadores se relajaban y los contrarios espabilaban, hasta forzar el tercer juego. Sería cuestión de llevar una estadistica.
A punto ha estado de ocurrir lo que sostengo, un tercer y definitivo set. No porque Barandika y Lekerika se hayan relajado, sino porque Antxon y Arkaitz se han agarrado al partido como a un clavo ardiendo. Sobre todo el de Etxebarria. No se ha rendido. Ha probado el remate, a cualquier punto, buscando los resquicios que permite una cancha reducida. Ha acudido a socorrer a su zaguero cuando este se veía en apuros. El tolosarra, Arkaitz, se ha defendido honrosamente.
Cuando parecía que se les iba el partido han forzado el empate a 14 tantos. La suerte, sin embargo, ha caido al lado de los campeones. Derrota de Antxón-Arkaitz, pero de manera digna, peleando.
Barandika y «Leke» ganadores del II Memorial Elola. El próximo sábado en Markina-Xemein se enfrentarán a Arbe y Zabala, duelo Gernika-Markina, el último partido, la despedida antes de partir a Dania.