Llovía, llovía con fuerza a la ida; con la misma intensidad, o más, a la vuelta. La N-1 de Donostia a Tolosa es un peligro con lluvia; sin embargo, mereció la pena la excursión. De regreso a casa no paraba de darle vueltas. Unos chavales de poco más de veinte años jugando varios años como aficionados, sin más aliciente que el mero hecho de jugar, y lo hagan con el arranque, las ganas, la motivación que dieron muestra; merece el máximo respeto. En el I Memorial José Ignazio Elola no hay premios en metálico, ni vacaciones pagadas, ni regalos en equipamientos. Sin embargo, los participantes disputaron los partidos como si de un campeonato del mundo se tratara. Se dejaron la piel. Cuál puede ser la causa de ese comportamiento ejemplar, qué es lo que les motiva, me preguntaba mientras volvía a casa bajo una intensa lluvia. Estos chavales, varios de ellos pertenecientes a la elite del mundo aficionado, tienen otra mentalidad, otro chip, pensé. ¿Una nueva era para la cesta-punta ha echado a andar? ¿Son estos pelotaris son la muestra?
El economista y escritor norteamericano Jeremy Rifkin en la presentación de su último libro: «La sociedad de coste marginal cero», interpelaba a la audiencia de la siguiente manera: ¿Dónde quieres estar de aquí a veinte años? En clara referencia al tipo de economía necesaria en el Estado español para la creación de empleo. Rifkin en ese libro explica con una batería de argumentos que la sociedad actual y la del futuro ha entrado en una Edad colaboratista en contraposición a la capitalista. Existe ya una economía social de gran peso gracias a internet y al internet de las cosas, donde lo esencial no es el ánimo de lucro sino la colaboración basada en el compartir. Las redes sociales son un buen ejemplo de compartir. El software libre. Wikipedia. ONGs por todo el mundo. Voluntarios cuidando ancianos o gente enferma. Promotores culturales a nivel local sin ánimo de lucro. Cada vez se dan más casos de colaboración entre gentes de distintas partes del mundo. Cooperativas de todo tipo como las que tenemos en Euskal Herria también. Ese sistema «auzolan» de colaboración entre baserritarras conocido en estas tierras; por cierto, sistema muy arraigado en muchos puntos del planeta sobre todo en la edad media en las comunidades rurales antes de la irrupción del capitalismo. Según señala Rifkin la tendencia hacia esa economía social es irreversible. El capitalismo como único sistema va a ir cediendo terreno al «auzolan», a la colaboración entre distintos movidos por otras motivaciones aparte de las pecuniarias.
¿Tiene futuro el jai alai profesional? Mi respuesta –dejando a un lado los frontones de Florida y remitiéndonos a Europa– es, a corto plazo, no. Entendiendo el profesionalismo como manera de vivir exclusivamente del jai alai. Otra cosa es que se cobre por jugar y sirva de complemento a otros ingresos que permitan vivir. Por poner un ejemplo, los remontistas de Galarreta. Son profesionales pero a día de hoy los recursos generados no les permiten unos ingresos para vivir exclusivamente del remonte. Intuyo que es el mismo caso el de muchos manistas de Aspe y Asegarce. «Muchos de ellos son mileuristas», me confesaba recientemente un exmanista profesional. Los jugadores de golf con licencia profesional o los tenistas ¿Cuántos de ellos viven exclusivamente de la competición? Un diez por ciento (?) más o menos.
Aprecio un pesimismo entre mis antiguos compañeros de profesión que entiendo pero no comparto. Como si estuviéramos en el final de una trayectoria. ¿Que se juega sucio, se retiene demasiado tiempo la pelota en la cesta..? «Total para lo que queda», dicen algunos.
Por qué ha cambiado la situación de la cesta punta profesional. De existir tantos frontones con sus correspondientes puestos de trabajo a vernos abocados a una presencia residual en Florida y prácticamente a la inexistencia del profesionalismo en Europa, me venía a la cabeza en el viaje de regreso de Tolosa a Donostia.
El jai alai, la cesta punta profesional es una actividad que surge en plena Segunda Revolución Industrial, a finales del siglo XIX. Es decir, de naturaleza capitalista. La apuesta como medio para conseguir beneficios. ¿Cuándo se comienzan a construir los frontones que Jesús Azurmendi nos hace a recordar a modo de efemérides? (por cierto, un ejercicio colaborativo ejemplar dentro de la economía social, el suyo, el de Azurmendi). Justo a finales del XIX y primera mitad del siglo XX. Justo tras el invento de los motores a vapor y las locomotoras empiezan a recorrer la geografía de la Península Ibérica de punta a punta y las imprentas a vapor se encargan de transmitir la buena nueva. Con el empuje, todo hay que decirlo para entender el boom de la pelota profesional en el Estado español, que con el Duque de Almodovar, ministro de Gobernación el año 1923, se prohiben los casinos y juegos de azar, a excepción del la pelota. ¿Os imagináis que al Gobernador de Florida le diera por prohibir todo tipo de apuestas de casino, loterías etc, a excepción del pari-mutuel, perros, caballos y jai alai?
Los empresarios audaces, visionarios, capaces de arriesgar un capital emprendiendo obras faraónicas como era la construcción de algunos frontones, son personajes de ese tiempo. Los que llevaron la cesta punta (la pala y el remonte en menor medida) a distintos lugares, a día de hoy no tienen cabida. Las iniciativas promovidas por los empresarios del frontón Galarreta (Hernani) y en Huarte (Navarra) junto al esfuerzo de Totorika y su Master Jai, en Euskal Herria y en Filipinas, son la última muestra de la época a la que hago referencia. La pelota industrial de corte vertical, ordeno y mando, que conocemos fue parida al comienzo de la etapa capitalista y le ha llegado su final. La adaptación a un nuevo escenario, en la economía social –esa reinvención reivindicada por Rifkin– es el gran reto del jai alai.
Galarreta con su remonte me parece un ejemplo ilustrativo. Arranca a comienzos de los años setenta en pleno desarrollo industrial logrando décadas de esplendor y como una vela se va apagando conforme se aproxima el siglo XXI. Los capitalistas que arriesgaron su dinero y consiguieron buenos beneficios, los que un periodista calificó como: «los románticos de Orio», echan la toalla, abandonan el negocio. Agotado el ciclo, no pintan nada. Sin embargo, y aquí lo interesante y positivo. La actividad continúa. Los implicados, los pelotaris y gestores (antiguos profesionales) se comprometen a seguir funcionando en otro sistema: el colaboratista. Formando una especie de cooperativa. Dicho de otra manera, conjugando intereses para lograr la supervivencia. Gestionando el negocio no con criterios capitalistas sino con otros de carácter solidario. Una especie de «auzolan», una estrategia procomún colaborativa. Galarreta y su remonte, forzados a funcionar en una economía social. Chapeau.
La etapa de Master Jai a pesar de su empeño es un ejemplo demostrativo en Europa no existe un mercado lo suficientemente sólido para mantener un cuadro estable de pelotaris que puedan vivir del profesionalismo. Refrendando lo que el pasado señalaba: la actividad a ambos lados del Bidasoa ha sido, esatcional, complementaria a otros frontones, dependiendo de la época, a México, Cuba, Florida…
Tras la etapa de Totorika como empresario en Euskal Herria se cerró la posibilidad para unos cuantos de vivir de la cesta punta. No hay negocio ni por lo tanto papel para empresarios con ánimo de lucro. Los actuales dirigentes son más bien unos gestores que administran un negocio estacional e hibrido entre lo público y lo privado. Se puede alegar que el circuito Jai Alai World Tour es un tejido competitivo anual. Sin embargo, se basa en dar ocupación en base a ayudas publicas más que una generación de riqueza. De momento, un experimento. Tampoco el éxito veraniego de San Juan de Luz y de Biarritz sirve para mantener un cuadro de pelotaris que vivan exclusivamente de la cesta punta.
¿Tiene cabida el profesionalismo en la cesta punta?
Dejando a un lado lo que pueda ocurrir en los frontones de Dania y de Florida, en lo que respecta a Euskal Herria, a corto plazo al menos, mi respuesta es no. A medio y largo plazo, para unos pocos en en el mejor de los casos
También es cierto –lo he leído en algún sitio– que la mejor forma de predecir el futuro es crearlo. ¿Irá a más esta experiencia de circuito Jai Alai World Tour? Si hay capacidad de crear las condiciones adecuadas, a medio plazo, es posible. ¿Mientras, qué se puede hacer?
Si no se maniobra cuanto antes el riesgo de perder el relevo generacional y ver abocada la especialidad a lo residual está a la vuelta de la esquina. Un escenario en el que la escasez de jóvenes sea alarmante y el nivel de juego preocupante. Todavía hay a ambos lados de la muga gente con juego como para conformar un cuadro, entre profesionales y aficionados de élite. ¿Hasta cuando?
1º Todos los implicados tienen que cambiar de mentalidad. Unificando criterios. Organismos públicos, gestores de ambos lados del Bidasoa, pelotaris. Creando un único sistema de competición con un ranking de pelotaris y un espectáculo lo suficientemente atractivo para recuperar y atraer nuevos seguidores. Una actividad basculada hacia la economía social donde los gestores trabajen sin ánimo de lucro.
2º Un sistema donde tienen cabida solo los pelotaris que sienten verdadera vocación y asuman otros valores que no sean estrictamente pecuniarios. Principalmente porque les gusta jugar y después el reconocimiento. Premios basados en becas de estudios, equipamientos, representación internacional…
Hasta hace bien poco, los no vocacionales también han tenido su oportunidad en los diversos frontones, los que lo hacían como modus vivendi, un trabajo más. Esta clase ha ido desapareciendo, forzosamente. Los que quedan, los vocacionales, y sean lo suficientemente competitivos son los que tienen cabida en una nueva era para la cesta punta, el tiempo de la economía social.
Extraigo este texto del libro: «La sociedad de coste marginal cero» de Jeremy Rifkin. (…) «No se trata de que un día nos despertemos y veamos que, de la noche a la mañana, el antiguo orden económico ha sido sustituido por un régimen nuevo. Recordemos que las Segunda Revolución Industrial nació en la década de 1890, cuando la Primera Revolución Industrial se hallaba en su auge, y que evolucionó en paralelo a ella durante otro medio siglo hasta que se acabó convirtiendo en la fuerza dominante. En aquella larga transición, muchas industrias y empresas de la Primera Revolución Industrial se fueron marchitando hasta desaparecer, pero no todas sucumbieron. Sobrevivieron las que se reinventaron y hallaron el equilibrio adecuado para actuar a caballo entre las dos eras y fueron abandonando el modelo antiguo y adoptando el nuevo con cautela. Muchas empresas que nacieron entonces supieron aprovechar las nuevas oportunidades que trajo la Segunda Revolución Industrial y ocuparon con rapidez el resto del tablero.
Del mismo modo, hoy hay muchas empresas de la Segunda Revolución Industrial que se hallan frente a una oportunidad semejante. Algunas ya se han subido al tren de la Tercera Revolución Industrial incorporando a su oferta los nuevos servicios y modelos de negocio y afrontando esta transición con estrategias para seguir el ritmo del cambio de paradigma hacia una economía híbrida entre el procomún colaborativo y el mercado capitalista convencional» (…)