Noticias desoladoras que nos llegaban desde México. Partidos suspendidos debido a instalaciones sin terminar… Resumiendo, un pésimo comienzo para un Campeonato del Mundo de Pelota Vasca. Un inicio escandaloso según recoge incluso la prensa de aquí. Una imagen deplorable la que han ofrecido los organizadores de los eventos. Carnaza para alimentar los estereotipos existentes sobre la gestión en Mexico. Críticas injustas con algunos de los dirigentes; pero seguramente justificadas con otros elementos en torno a la organización.
¿Perro flaco, todo pulgas? Puede que si. Ahora bien, una cosa es falta de recursos y otra, la mala gestión producto de la irresponsabilidad. La segunda opción pienso que tiene más fuerza.
Por otro lado leo el manifiesto electoral de Xavier Cazaboún publicado en facebook. Un discurso que trasladado a la politíca lo podrían firmar los asesores de Obama. Un mensaje con dos caras. Un diagnóstico crudo de la situación en que se halla el conglomerado de la pelota vasca. Por otra parte, un canto a la esperanza el suyo, optimista, comprometido, ilusionante y sobre todo ambicioso respecto al devenir del mundo de la pelota vasca amateur.
Decir que Xavier Cazaboún es el único candidato a la presidencia de la Federación Internacional de Pelota Vasca. Sucederá en el cargo a Dominique Boutineau.
¿Será capaz el señor Cazaubón de llevar adelante su plan de refundar el campo aficionado de la pelota a nivel mundial?
No soy quien para juzgar la labor de la FIPV desde su fundación, su aportación al mundo de la pelota. La impresión que tengo respecto al papel jugado por ese organismo es que los logros obtenidos hasta la fecha son modestos.
Dificultades, todas. Muchas modalidades, demasiadas; exigencia de instalaciones costosas y de herramientas para la practica. Propagación de la pelota en países en desarrollo; es decir, economías pobres. Recortes de subvenciones de los propios gobiernos. Dificultades para conseguir patrocinios. Elementos indeseables en algunos casos encaramados en puestos dirigentes…
¿Una organización surgida en el siglo XX y para el siglo XX tiene cabida en en esta nueva época? Esa «refundación» que reivindica Cazaboún en qué consiste, me pregunto.
La tarea que le espera al nuevo presidente es titánica porque las pretensiones lo son. Su discurso, su declaración de intenciones es intachable, no tiene fisuras al menos en el plano teórico. Hago esfuerzos por empatizar, darle al «me gusta». Actuar políticamente correcto. Pero cómo lo va a conseguir. Al margen de llamadas a la unidad y a acciones de cambio… ¿Cual es su hoja de ruta? ¿A qué sacrificios está dispuesto llevar a cabo?
La lectura que hace Cazaboún de la situación que vive la pelota vasca es tan dura que trasladado al campo empresarial da la sensación de estar ante un concurso de acreedores y de no tomar las decisiones oportunas verse abocados a EREs de extinción. Falta de financiación, productos de difícil colocación en el mercado, competencia brutal, inmovilismo, mala gestión, clientela nada fiel, proveedores cada vez menos motivados… Si estuviéramos hablando en términos de empresa privada, el cuadro sería desolador.
¿Cual es el plan de viabilidad del nuevo Director General, del señor Cazaboún? Porque como él apunta la necesidad de cambio apremia. Tengo verdadera curiosidad por ver los pasos que vaya a dar el nuevo presidente. No hay cambio sin sacrificio. La pelota con toda esa amalgama de modalidades conforma un Grupo empresarial. ¿Acaso todas tienen cabida en un futuro en el que la competencia es bestial?
En el pasado estos Grupos (leáse FIPV, federaciones) han funcionado gracias a las subvenciones públicas en gran medida. Es decir, de la teta del Estado. En el caso de la FIPV además favorecido por las peleas políticas entre la administración autónoma de Euskadi y la de España. Esto se va desmoronando debido a la crisis que padecemos y a los recortes públicos. La dependencia del dinero público puede suponer el rejón de muerte para la pelota aficionada.
Intentará el señor Cazaubón dirigir el Grupo FIPV con criterios empresariales lo cual conlleva a tomar decisiones dolorosas, me pregunto. Sacrificio de ciertas modalidades, pérdida de romanticismo a favor de una tendencia hacia lo profesional. Es decir, una profesionalización de la gestión unido a una política empresarial como única posibilidad de salvar la mayoría de las empresas (modalidades) ante inminentes EREs de extinción.
El siglo XXI va a ser implacable, en este caso, con la pelota vasca en general. Un sistema de funcionamiento «proteccionista» le ha servido para sobrevivir a duras penas. Sin embargo, los plazos se acortan. Se acabó lo que se daba, que era poco. Los nuevos dirigentes van a tener que luchar a brazo partido como si fueran a vender máquina-herramienta o productos de automación. «Party is over»‘, como dicen los americanos. La fiesta se acabó.
Veremos en qué queda todo el discurso del señor Cazaboún. Se diluirá como un azucarillo en un vaso de agua o se convertirá en el Director General que el Grupo empresarial: FIPV, necesita para salir airoso del concurso de acreedores en el que se encuentra.
¿Puede un deporte como es la pelota con todas sus modalidades tener buena salud en el campo aficionado si ese deporte no tiene a su vez un campo profesional potente como referencia?
Muchas interrogantes que el nuevo Director General tendrá que resolver.