Una Noche Inolvidable

Las nubes amenazaban lluvia cuando llegamos a Gernika, al fondo en la montaña una cortina gris así lo indicaba. Intentamos aparcar el coche en el extenso parking cercano al frontón, no había manera. Desistí de ir más allá y lo dejé aparcado en una zona ilegal con la esperanza de la permisividad de los municipales en un día tan señalado. Hoy hay llenazo, comenté. Si quieres saber cual va ser la entrada en un frontón, primero fíjate en el parking y la cantidad de coches en él. Segundo, si hay gente en la entrada del recinto. Efectivamente, un numeroso grupo de personas se arremolinaba en la entrada del jai Alai.

Nos dirigimos al batzoki, allí habíamos que dado en juntarnos con los amigos. Fuimos los primeros en llegar. La «puntualidad Zulaika» una vez más se imponía al resto, pensé. «Kafesne bana», le pedimos a la camarera. «Hábleme en español», nos contesta la camarera con toda la naturalidad del mundo. «¿No le da vergüenza trabajar en un batzoki y no hablar el euskera?». La callada por respuesta.

Me había puesto nervioso. Estaba deseando de entrar en el frontón y zambullirme en el ambiente. Además, actuaba Audience, y quería escucharlos en vivo. Llegan Idoia, Pura, Katxín y Mortel, ya estamos todos. En esto entran Imanol López y el «Duque» Hernandez, los dos llegan con sus bolsas y cestas. «A trabajar a última hora», nos comenta el «Duque». No caímos en la cuenta que nos decía  Irastorza había suspendido y que iba a se él, quien ocupaba su puesto. Por fin nos encaminamos al frontón distante una veintena de metros.

Nos disponíamos a subir las escaleras cuando un miembro de «Berdeak», nos indica que esperemos un momento hasta que que las cámaras empiecen a grabar. Así lo hacemos y, «sin mirar a la cámara», nos dice uno de los técnicos, subimos las escaleras como estrellas de cine ( estas cosas pasan cuando acompañas a Katxín). Están rodando tomas para una película-documental que están preparando los chicos de Berdeak Produkzioak, que antes hicieron «Amerikanuak», sobre los pastores vascos en USA.

La función todavía no ha empezado y hay mucha gente entorno a la barra del bar, en los pasillos, en los asientos. La mayoría gente joven. El ambiente es fenomenal. Saludos aquí y allá. Ager, miembro de Audicence me comenta que han terminado su actuación. Una pena. Hay que forzar la garganta para hacerte entender. Saludo a Irastorza, una lesión en el hombro le impide jugar, se le nota una pena enorme. Subimos a los palcos y mientras identificamos el nuestro, tres más allá está el homenajeado de esa noche acompañado de dos señoras; más «Chino» Bengoa. «Jibaro» Gisasola y el celebérrimo Santiago Agirre, «Txikuri». Alex Solozabal está nervioso, se le nota. No mucho después va a tener que pisar la cancha donde fue un ídolo en la década de los sesenta.

Comienza la función. Es difícil centrarse en el juego porque la curiosidad desvía la atención. Eso sí, me percato que hay un sólo juez en la cancha. No me gusta. No digo que hagan de juez los del siguiente partido como antaño, pero no es posible disponer de algún voluntario, me pregunto. Un camarero nos sirve unas copas de cava fría, muy fría. Todo un detalle. El frontón da la impresión de vivir un déjá vu, una situación ya vivida pero en el pasado hace ya bastante tiempo.

Alberro suelta un rebotazo de revés por todo el ángulo que baja como un tiro dejando clavados a Barandika y a Lekerika. Fantástico. «Has visto eso», me dice el «Tosco» de Mutriku. Intento centrarme en el partido, no es fácil. Por otra parte estoy ansioso de bajar a ver qué ambiente reina abajo en las gradas. Quiero saborear la noche y asegurarme que lo que percibo no es un sueño. Los azules, los «franceses» toman ligera ventaja y no la sueltan. Alberro consigue tantos y más tantos mientras el rubio Barandika lucha con mantener la menor desventaja posible. Alberro no ha cambiado su manera de jugar, atrevida, lanzando jugadas con un desparpajo total. Sigue tan competitivo como de chaval. Esas cosas nos se cambian. Se intercambian bonitos tantos y la gente empieza a disfrutar, el ambiente se va caldeando, los chavales encargados de lever de rideau, los están haciendo francamente bien. Ante una gran lava de aplausos los foráneos, Alberro y Amati se imponen por cuatro tantos a los locales, Barandika y Lekerika.

El espectáculo no ha hecho más que empezar. Saludamos a Gorroño, el señor alcalde de la localidad a quien acompaña Muniategi, el que fuera pelotari, camarero en el frontón y procurador de tribunales en al actualidad. «Según Gonzalo (Beaskoetxea) unas 1.800 personas hay en el frontón, nos comenta el edil. Nos miramos Katxi, Arratibel y yo. Los tres pensamos lo mismo. Si eso lo dice el pequeño gran «Pancho», estaremos sobre las mil personas. La tendencia al alaza de Gonzalo es de sobra conocida por lo que hemos compartido vestuario con el que fuera genial delantero.

La acústica preparada para el evento funciona inusualmente bien. Un speaker, un profesional de la comunicación va animando con sus comentarios. Todo da la impresión de estar preparado concienzudamente. Se palpa que la organización ha cuidado hasta el mínimo detalle. Instalan en la cancha una pantalla gigante. Bajan las autoridades a las que acompaña Alex. Micròfono en mano el señor alcalde da las gracias a los aislantes. Una noche histórica según se desprende de sus palabras, 51 años que se inauguró le frontón y esa noche es una reproducción de los llenazos de los primeros años. Se nota que la máxima autoridad local esta emocionado, no es para menos. Algo así no se ha vivido en muchos años. Una monja, representa a la Residencia Calzada. Le hacen entrega a la «Gacela de Ermua» de un obsequio. Con el micro en mano Alex intenta dirigirse al publico presente, da las gracias. Lo suyo no es hablar en publico; Alex hablaba en la cancha. Minutos antes nos enseñan un video con imágenes y fotografías del homenajeado. En ese video aparecen «Chino» Bengoa, Txikury y Beaskoetxea II opinando sobre Alex. Un dantzari baila un aurresku en honor a Alex. Una tromba de aplausos despide a la «Gacela» que abandona la cancha lentamente pero visiblemente emocionado.

la foto

Los chicos de «Berdeak Produkzioak» nos tienen más sorpresas preparadas. Todo lo tienen perfectamente coordinado. El trabajo cuando realizado por profesionales se nota a la legua. Bajamos a las gradas del piso inferior. Estoy deseando de darme un baño de gente. Gozar no del calor físico (hace mucho calor) pero si del humano. No lo podemos creer. Gonzalo se ha quedado corto. Hacemos un calculo mental rápido y llegamos a la conclusión de que estaremos poco menos de 2.000 personas en el majestuoso recinto. «Pantxo» ha errado por abajo. Cosas inexplicables que sostienen que la excepción confirma la regla.

Me hizo ilusión ver mucha gente conocida, la lista sería demasiado larga, gente de Catalunya sobre todo, como los hermanos López-Llauder verles en el frontón. Muchas caras conocidas pero muchas más, gente joven sobre todo, desconocidas. Intentamos dar con tres asientos libres, parece tarea imposible. Durante unos minutos vivimos un espectáculo más propio de la NBA americana que de los frontones con label vasco. Una música apropiada,  un cañon de luz persiguió de uno en uno a los pelotaris que surgieron de la oscuridad y tras recorrer los pasillos en las gradas irrumpieron en la cancha. Un video sobre cada pelotari participante en el estelar mostraba las declaraciones hechas expresamente para el evento. El anunciador iba describiendo las virtudes de los pelotaris. Primero fue Diego, le siguió Goiko; después Irastorza acompañado de Hernandez y, finalmente, fue el número uno de la zaga, Imanol Lopez, quien cerró el acto de presentaciones. Todo impecable, sin fallos técnicos. Ameno. Una puesta en escena espectacular. Quien lo hubiera imaginado. Entrega de obsequios a los participantes y ¡Play Ball! que dicen los americanos. A jugar, que comience el partido. Alex es le encargado de lanzar la moneda.

El partido acabó hacia el lado colorado por cuatro tantos. Merecidamente fueron Goiko y Hernandez los vencedores. El partido fue bueno, incluso lo calificaría de muy bueno. Se vieron tantos de una espectacularidad rozando lo sublime. Sobre todo por parte del gran protagonista del partido que no fue otro que el «Gran Capitán», Iñaki Osa. Una autentica exhibición la suya en todos los sentidos. Si se hubiera tratado de toreo hubiera salido a hombros por la puerta grande. Qué alarde de juego el suyo. «Estacazos», como diría Charli Urizar a mansalva. Completa actuación la suya. Remates con ambas manos. De arriba-abajo al ancho dejando clavado a Diego. Reboteando de derecha en una cancha tan larga y haciendo daño como no hemos visto jamás con nuestros ojos. Goiko salió a morder y dejó bien claro a los presentes quien ostenta los galones. Como bien dijo Diego en el video de presentación: la cancha del Jai alai de Gernika es la que quita y da. Donde se ven las virtudes y las carencias del pelotari. No le falta razón al vivo delantero de Gernika. Ayer noche Goiko nos hizo recordar sus virtudes y gozar con una exhibición digna de guardar en el cuadro de honor de la memoria.

Los delanteros no juegan solos, aunque a veces algunos piensen así. Hernandez, ese trabajador infatigable que no rompe ni de derecha ni de revés pero que es un dique de contención, jugó también lo suyo. Asumió el papel que le corresponde rozando la perfección. En esa cancha hay que trabajar y más con un material idóneo como el de anoche. El «Duque» fue el mayordomo de lujo para el «Gran Capitán. Se ganó el sueldo que no lo había y, de haberlo habido, una paga extra hubiera sido lo más justo. Hay que premiar a los subordinados. Hernandez nos hizo olvidar que no jugó Irastorza, aunque lo hizo en bando distinto.

Diego, ese delantero tan listo que si les das la mano te coge el brazo, si le das el brazo te deja discapacitado. Jugó un gran partido pero insuficiente. Lo intentó, entró al saque y logró varios tantos. Aprovechó el mas mínimo resquicio pero encontró pocos. Tenía enfrente al todopoderoso. Un carro de combate. Luchó más y más, el ADN presente. Gracias a su esfuerzo y a la ayuda natural de su zaguero, logró que el partido no se rompiera. Mantuvieron la emoción en una noche emocionante. Dignificaron él y López la batalla y nos permitieron disfrutar, que es de lo que se trataba.

Soy un admirador de Imanol López. Pienso, aunque resulte, absurdo, que ha nacido a destiempo. De haberlo hecho hace unas décadas y de haberse curtido en otro tiempo, más competitivo, hubiera dejado una huella difícil de borrar. Ayer, también, me decepcionó el numero uno de la zaga. La de anoche era un idónea para revivir un duelo al estilo Ondarrés contra Churruca, un desafío entre gigantes, uno de esos que ponen en pie al publico y las ovaciones duran varios minutos y cuando va a sacar el delantero resuenan los aplausos porque los presentes se niegan a olvidar lo recién visto.

López me transmite la sensación de jugar a medio gas. Parece seguir las consignas de Van Gaal o de Sabella y su estrategia se basa en no perder, reservandose para la pròrroga, o en el peor de los casos para la tanda de penaltis. En el jai-alai no existe tal cosa, aquí, ayer al menos se jugó a 30 tantos (los Urizar habrán respirado de alivio). La actuación del «Mariscal» fue buena pero insuficiente. Ese poderío, esa facilidad para llegar atrás no se puede conformar en pasear a Miss Daisy. Hay que apretar el culo como se dice en el argot y poner al contrario pegado a la pared del rebote, y quieto allí. Imanol tiene armas para hacer eso y más. Puede dar espectáculo pero se limita a poner la velocidad crucero a sabiendas que en la mayoría de los casos, le sirve. No siempre, no ayer noche. Diego necesitó de ese esfuerzo extra para hacer relucir su juego. Un zaguero dominador que ponga la pelota una vez si y otra también en la pared del rebote, aunque tenga a un monstruo rebotando enfrente. Es mejor caer a paredón limpio que no limitarse a soltar descolgadas de revés, que no sirven para llegar a 30 tantos. Es un apena, porque tiene tantos recurso que aún y todo deja destellos que no hacen más que confirmar su enorme potencial, esa seguridad en el enceste, esa colocación. Soltó un rebotazo con la derecha que me hizo recordar a Almorza, aquel pelotari de Astigarraga que dejaba pasar la pelota a rebote para después soltar un machetazo de vuelta a la zaga.

Daba pena dejar el frontón. Como si uno se resistiera a abandonar un sueño. Unos saludos aquí otros allí, de vuelta al parking. Los técnicos de EITB recogían sus cables, la puerta de exterior de acceso a la «Catedral» permanecía abierta. Entramos en la cancha, el frontis se veía allí a lo lejos, qué maravilla de cancha, qué joya arquitectónica en su conjunto. Dejamos atrás las luces y la música, la fiesta continuaba, no para nosotros sino para muchos de los más jóvenes todavía allí congregados. El suelo estaba mojado, la noche fresca. Una hora de viaje a casa, tres para dormir, al día siguiente hay que trabajar. Cuatro horas transcurridas o… ¿han sido cuatro minutos…?
Gracias a todos los que habéis hecho posible semejante espectáculo de una noche inolvidable.

 

 

 

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